Estos días podemos ver en los cines Unzué. El último equipo de Juancar. Es un extraordinario documental que explica la cruda realidad de la enfermedad de la ELA. Acaba la película y el cine, la sociedad, enmudece sacudida por la magnitud de las cosas que hay que afrontar en poco tiempo después del maldito diagnóstico.

Parece que los políticos comen aparte. Hace catorce meses que se aprobó por unanimidad la Ley ELA para dignificar la vida de los afectados y sus familias. Está bloqueada en el Congreso por más de cuarenta prórrogas. ¡Basta de excusas! Ni trámites necesarios, ni falta de recursos...

Los enfermos, las asociaciones y las personas anónimas son un ejemplo en buscar recursos y apoyos. No podemos perder tiempo. La vida se escapa y la confianza en los políticos también. Ellos son los que tienen la responsabilidad y la obligación de encontrar soluciones para la dignificación y mejora de la vida de las personas. Si los políticos dan la espalda, o juegan a perder tiempo, merecen la roja directa. Hay que dar salida a la Ley ELA, hay que publicarla en el BOE y que entre en vigor cuanto antes. Va de humanidad. Y si los políticos de ahora no lo quieren ver, tal vez las personas acabaremos viendo una política y unos políticos inmorales.