Me gustaría visibilizar que tanto las residencias de personas mayores como las de personas con discapacidad no son la solución para estas personas. Las personas necesitan sentirse libres independientemente de su enfermedad, de su discapacidad o de su edad.

Estoy cansada de cómo los organismos dentro de la sociedad como servicios sociales y colegios que imparten formación para trabajar en residencias garantizan la felicidad de estas personas en estos sitios en los cuales comen comida industrial y en pequeñas porciones, no salen cuando quieren ni mantienen su intimidad y encima les obligan a participar en terapias y actividades que no quieren.

Las personas discapacitadas y mayores quieren estar en su habitación, a veces quieren estar solos y solas en silencio o escribiendo o leyendo. No necesitan que les obliguen a comunicarse con compañeros y compañeras cuando realmente no quieren.

No hay respeto, ni derechos ni unión familiar para luchar contra este sistema de abuso de poder.