En esta semana celebramos el Día Mundial de la Bondad, por lo que quiero rendir homenaje a los que dedican su tiempo y esfuerzo a esos pequeños detalles que hacen que seamos más humanos, gracias a su bondad y vocación, ya que, desgraciadamente, vivimos en un mundo egocéntrico, lleno de ruido, provocando que solo pensemos en nuestra propia felicidad, olvidando la existencia de los demás.

La bondad es un valor al que a menudo no se le da importancia en nuestro día a día, pero es uno de los pilares fundamentales para nuestra sociedad, ya que consiste en actos para ayudar o conseguir el bienestar y la felicidad de los demás sin esperar nada a cambio. Además, provoca la unión de la comunidad, y sobre todo hace que olvidemos las diferencias entre nosotros.

Donde más se puede observar esa bondad es en el cuidado que ofrecen los profesionales sanitarios, sobre todo de los enfermeros y enfermeras. Son personas que están día y noche atendiendo a los demás, con turnos de más de 12 horas, muchas veces sin recibir un gracias y un salario justo. Podrías pensar, “es su trabajo”, pero, ¿es su trabajo dar apoyo emocional y físico fuera de su horario a personas que no tienen ese acompañamiento?

La enfermería es una profesión que abraza la bondad de una manera que va más allá de las palabras. Han sido faros de compasión, cuidado y apoyo en los momentos más difíciles de la vida de las personas. La capacidad de ponerse en el lugar del paciente y comprender sus miedos y preocupaciones es lo que hace que la atención de enfermería sea tan especial. Esta empatía es un acto de bondad que transforma las experiencias de quienes están a su cuidado.

Invito a nuestra comunidad a valorar y apoyar a las enfermeras y enfermeros que trabajan incansablemente en la promoción de la salud y bienestar de todos nosotros. Su bondad es un faro de esperanza en el mundo de la atención sanitaria y merece todo nuestro reconocimiento y gratitud.

*Estudiante de Enfermería Universidad de Navarra