Como es sabido, la hipocresía del PP es infinita. Cuando fantaseaba con pactos para gobernar se reunió con Junts -acuerdo de todo punto imposible pues ni Junts querría ir en coalición con la derecha extrema, ni Vox con Junts- y sostuvo que es “un partido cuya tradición y legalidad no está en duda”. Luego trató de negarlo, pero la cita está confirmada. Con los suyos encabronados por el encuentro, despertó a la cruda realidad y retornó a su auténtica esencia para pugnar con Vox por ver quién propone la ley más retrógrada y cercana a la dictadura para obtener más votos de los reaccionarios.

El PP hace tiempo que cayó en la red de su retoño Vox y, al copiar sus postulados, se adentra en la política del odio. Es lo de siempre: desorientado en su laberinto, aún no sabe qué quiere ser de mayor.