De nuevo nos encontramos ante la tesitura de elegir la jornada escolar que se implantará en los centros escolares.

Hace no mucho ya lo hicimos en el colegio público Auzalar Ikastetxe Publikoa de Orkoien, donde se impuso la jornada continua. Una victoria para el profesorado, consiguiendo de esa manera lo que habían soñado: trabajar solo por la mañana. Esta es, a todas luces, una reivindicación justa desde la perspectiva laboral, no hay duda. Y una mejora para sus condiciones. ¿Y para nuestros hijos e hijas? La realidad es que este cambio lo quieren justificar alegando que así mejora también la oferta educativa y que para nuestros niños y niñas es lo mejor, agarrándose a opiniones y estudios que, en su totalidad, tienen una réplica con los argumentos contrarios.

Sin entrar en cuestiones pedagógicas, la verdad es que, en la práctica, la jornada continua es una estafa. Y me explico. Con la jornada partida, nuestra hija, que es transportada, ya que vivimos en un pueblo, se montaría en el autobús a las 8.30 de la mañana y volvería casi a las 5 de la tarde. Vendría comida. Pues resulta que, con la jornada continua, si queremos que nuestra hija vaya y vuelva en el autobús, algo a todas luces lógico cuando el centro escolar está lejos del municipio donde vive, lo que le da derecho a comedor, sale del pueblo a las 8.30 de la mañana y vuelve casi a las 17 horas. El mismo horario que con la jornada partida. Además, para ello debe participar en unas actividades extraescolares que nadie ha pedido pero que son obligatorias, para poder ocupar ese tiempo inútil que provoca la supresión de las clases de tarde.

Si de verdad queremos que haga la jornada continua, tenemos que ir a buscarle a la escuela a las 14 horas con nuestro coche, y si queremos que coma allí, no hay subvención de comedor y debemos pagarlo íntegramente y, en este caso también, ir a buscarle a las 15 horas.

Ahora, señores profesores, Consejo Escolar y demás defensores de la jornada continua, explíquenme dónde está el beneficio para nuestros hijos e hijas transportadas. No lo hay. Cambiar todo para que todo siga igual.