No se me olvida fácilmente. Corría el año 2017. Una tarde de otoño te saludé en la calle Estafeta. Los transeúntes se paraban a hablar contigo. Si algo te caracteriza es que no tienes ningún reparo en dialogar con todos los habitantes de la urbe. No todos los políticos son iguales. En el conjunto de las funciones psíquicas de las personas, la capacidad para el trato es primordial, cosa que algunos no tienen en cuenta.

No pude evitarlo. Me acerqué a estrechar tu mano. La conversación fue breve. Días antes en DIARIO DE NOTICIAS publicaron una reseña mía en la que citaba cierta anécdota de cuando estaba en la mili. Al identificarme, nombre y apellidos. Para mi contento, la habías leído. Tuviste la deferencia de contarme que a un amigo tuyo le ocurrió algo parecido. Pero con consecuencias nefastas. Lo sucedido fue en la avenida Galicia, cerca del bar Sol. Tienes buena memoria. Seguro que te acuerdas.

El arte de la oratoria consiste en hallar en todo momento las palabras adecuadas. No me cabe ninguna duda, sabes hacerlo. El lenguaje es un don del ser humano, pero debe ser utilizado con sumo cuidado. Joseph Pulitzer aconsejaba las palabras justas y que se entiendan. De cierto personaje de la antigüedad se dijo que sabía decir mucho hablando poco. No era otro que Julio César. Como adivinarás, me gusta la Historia. En nuestro encuentro, en corto espacio de tiempo, nos entendimos. 

Goraintziak, alkate jauna.