Visto desde la perspectiva actual nos parece un mal sueño todo el periodo en que para evitar contagios del Covid se nos obligaba a usar mascarillas, pero no cualquier tapabocas sino unas determinadas por las que había que pagar para adquirirlas

Ya de entrada es increíble que siendo una obligación legal el uso de la mascarillas el contribuyente tuviera que comprarlas en las farmacias a unos precios escandalosos y en algunos casos teniendo que encargar con tiempo para conseguirlas

Pero además según tengo constancia de empresarios que, preocupados por sus trabajadores, quisieron adquirir en el mercado exterior por la falta de estos productos en España, inclusive ofreciendo a los gobiernos la entrega a precio de riguroso coste si les facilitaban autorización para ello,  se les puso toda serie de trabas aunque tuvieran contactos con otros países con la excusa de no estar normalizados por nuestro sistema sanitario.

Después se ha puesto en duda la legalidad de muchas actuaciones de los gobiernos central y autonómicos, llegando en algunos casos a patrullar por las calles de las ciudades soldados del ejército, multando a quienes no usaran mascarillas incluso al aire libre o en parques, paseos, incluso en el monte, aplicando normas de emergencia pero no facilitando elementos para ello, solo había que ver la equipación con bolsas de basura o plásticos de todo tipo de los sanitarios que, a falta del EPI necesario, se contagiaban en gran número

Recuerdo con cierto sonrojo las campañas de enseñanza por televisión y redes sociales sobre la técnica de lavarse las manos cuando el contagio, lógicamente, era por vía aérea, así como las recomendaciones de lavar con agua y lejía los alimentos antes de consumir, incluyendo los envasados y los congelados

Al final de esta historia nos queda un poso de tristeza y duda al ver que el país exportador del virus ha sido el más beneficiado por la venta masiva de mascarillas, y que personajes de todo pelo se han aprovechado de la situación de necesidad para lucrarse legal e ilegalmente, pero por supuesto inmoralmente, y esto no se prohibió en el estado de alarma.

Yo no sé ustedes, pero tengo el pálpito que nos han tomado el pelo y, lo que es más grave, lo hemos permitido y estamos apunto de olvidarlo (¿olvido histórico?).