El sábado 18 hice una llamada para ayudar a fletar un camión de ayuda humanitaria con destino, en especial, a los niños/as de Gaza. Respondieron 103 mujeres y 5 hombres. En tres horas, con pequeñas aportaciones, recogimos 2.500 euros. Cinco veces más de lo esperado. Decidí transformar uno de los talleres que organizo mensualmente en la sala redonda de Amari Yoga en un encuentro solidario destinando los beneficios a la ONG Intermon/Oxfam.

Empezamos orando con el cuerpo y la respiración. Después danzamos una canción del grupo Koiuntura que se ha convertido en himno de apoyo al pueblo palestino. A continuación, hicimos una dinámica de movimiento, ritmo, música, que nos ayudó a transitar y a refinar un amplio abanico de emociones. Trabajamos dos Karanas (coreografías de posturas de yoga dinámicas) y acabamos meditando y visualizando que de las ruinas de Gaza surgía una ciudad más bonita. Llena de árboles, de agua, de vida. Con la gente paseando en paz por sus calles.

Al finalizar el taller de yoga mágico, invité al responsable de Intermon/Oxfam en Navarra, Kike Abad, a intervenir para que nos contara cómo trabajan. En su charla agradeció nuestra aportación y explicó que ya han enviado 45 camiones de ayuda a Gaza. Que tienen 30 personas nativas trabajando sobre el terreno, y que ahora están con un proyecto de saneamiento y agua potable para tratar de disminuir el impacto de la epidemia que se prevé en la zona precisamente a causa de la destrucción de las canalizaciones de agua potable y de residuales.

La sala redonda, cual útero fértil, se llenó de mujeres solidarias, hermosas, valientes. Frente a planteamientos maximalistas o equidistantes, la mujer va al grano: “a ver… que esta gente tendrá que comer… tendrán que abrigarse a la noche… harán falta compresas y jabón… manos a la obra…!”.

Las sonrisas de los niños/as que había en la sala evocaban, sin duda, a las sonrisas de aquellos niños/as que en Gaza, a pesar de todo, encuentran pequeños espacios de juego y de risa entre los escombros. Hasta que silban las bombas, claro, y corren a refugiarse en el regazo de sus madres. Una de las cosas más sorprendentes y emocionantes es que la gente me decía: “gracias por darnos la oportunidad de aportar”.

Hay muchas personas con ganas de hacer el bien. Mucha satisfacción por colaborar, por entregar. Por hacer algo en beneficio de los demás. Por favor, que esto sea noticia, aunque salga al lado de la sección de sucesos. Que mucha gente se angustia pensando que el mundo no tiene remedio. Y hay más realidades. Hay gente buena deseando actuar para mejorar la vida. Para sanar el planeta. Hay mucha gente madura y responsable. No todo es maldad e inconsciencia. Así que muy contento. Orgulloso de que el yoga que planteo sirva para ser más útiles al mundo. No para ganar elasticidad. Ni para evitar el dolor de espalda. Ni para salir estupendos en Instagram. Hacemos un yoga que rompe moldes y que nos hace mejores personas.