Me siento como una rata vieja, censurada, hiperactiva, girando su ruedita en una jaula. La jaula es mi seguridad, porque los gatos que tiran para cada lado siempre están ahí para imponer sus miedos irracionales. Nos cuentan de tanta guerra, robos, tanto extranjero… Además, se devoran entre ellos. Si hablo soy una sinvergüenza, por el contrario, sólo los gatos tienen derecho a contar y a decir. Unos manipulan en los informativos y otros hablan con desprecio. Lo curioso de esta fábula es que la rata ciudadana salió de su jaula, hace más de una década, y fue a gritar a la Puerta del Sol. Porque fue la verdadera protagonista de un cambio social. Entonces conseguimos, al ser tantos, que pasaran ellos miedo. Surgió por el descontento de tanta pobreza, tanto joven sin trabajo ni vivienda, de tan poco avance y tanta corrupción e impunidad de la casta gatuna. 

Así, esta rata desea otro sol, otro cambio, y que volvamos a gritar “sí se puede”. Podemos soñar con una sociedad más equitativa, más avanzada, con mejores servicios públicos y desarrollo empresarial. Quiero salir de mi jaula para que se abran vías de comunicación y de entendimiento democrático. Exigir mejoras en nuestros derechos laborales, además de canales de participación en la vida pública y política porque sus decisiones nos afectan a todos. Que nos dejen expresar libremente nuestro descontento, sin censurar cómo nos sentimos. Nuestro altavoz es la televisión pública, pero defrauda ver la manipulación, con tanto corazón, humor y fútbol. Son los grandes protagonistas una y otra vez girando sobre lo mismo, porque interesa. A diferencia de una rata y conociendo sus trampas, soy persona crítica y no me dejo atrapar. Una sociedad crítica conlleva mayor nivel de cohesión y de identidad. Unión entre todos frente a tanta soledad, tristeza y desesperanza. El cambio es posible y luchemos por conseguirlo.