El amor que he visto en mi padre...
Recuerdo la carta que escribí hace un año por estas fechas, publicada en este mismo periódico, donde compartía lo que significaba la Nochevieja para mí. Reflexionaba sobre el amor, como esa chispa que llena de esperanza nuestras vidas y transforma (o lo intenta) nuestro mundo en un lugar mejor.
Hoy, al despedir este 2024, quiero compartir un ejemplo de amor que he tenido el privilegio de presenciar muy de cerca durante todo este año: el de mi padre. Ha sido un año complicado para él, para todos, marcado por el cuidado constante de mi madre, que no está muy bien de salud. Mi padre, con su optimismo inquebrantable y su generosidad sin límites, se ha encargado de la casa, de ella y de todo lo que hacía falta, sin perder jamás la sonrisa, ni el ánimo. Siempre práctico, nos ha demostrado que el amor verdadero no necesita grandes palabras ni gestos extraordinarios, solo acciones cotidianas llenas de entrega, dedicación y ternura.
A pesar de todo esto, ha encontrado tiempo para disfrutar de otras muchas cosas… Ha seguido compartiendo momentos con sus nietas y su nieto, conversando con sus hijos y, por supuesto, asistiendo a su comida semanal con su cuadrilla de Bazkaltoki. Esa comida, que es casi una tradición, se ha convertido en un refugio donde desconecta, comparte risas y acumula fuerzas para seguir adelante. Sin duda, es su manera de equilibrar las responsabilidades con esos momentos de disfrute. Mi padre nos ha enseñado que, incluso en los años más difíciles, siempre hay espacio para cuidar de uno mismo y de los demás.
Ese ejemplo de amor ha sido una lección para toda nuestra familia, porque en él hemos visto que la vida puede ser sencilla y hermosa cuando te entregas a quienes amas. Su forma de cuidar de mi madre, de estar siempre presente y de no dejarla sola en ningún momento nos recuerda que el amor no se mide por discursos emotivos, sino por los actos que repites cada día.
Así que, mientras preparamos las uvas para despedir este año, quiero dedicarle estas palabras a él, a mi padre, que, bajo mi punto de vista, es la personificación de lo que redacté el año pasado sobre el significado de la Nochevieja para mí. Espero que este 2025 esté lleno de ejemplos como el suyo, de personas que, con sus actos, hagan del mundo un lugar más cálido y humano.
¡Feliz Nochevieja a todos!
Urte berri on!