Carta de un currante de BSH Esquíroz
Kaixo, mi nombre es… Pepito de los palotes (es así como me llaman y tratan desde Bosch).
En 1996 empezó mi actividad laboral en la factoría de BSH Esquíroz. Estaba trabajando en un taller externo cuando mi jefe me llamó y me dijo: “Buenos días. Necesitan una persona para trabajar en BSH”. Yo le respondí afirmativamente. Era joven y con muchísimas ganas de trabajar y aprender.
Cuando llegué a la fábrica, vi la cantidad de trabajo que había. Tres turnos y muchísimo personal (coincidiendo incluso con algún familiar). Me sorprendió gratamente.
Entré en un departamento con muchísimos proyectos. Proyectos atractivos y a su vez divertidos de realizar. La verdad es que el trabajo era –y es– muy agradable en todos los sentidos: buen ambiente de trabajo y un gran equipo.
Me ha tocado, también, realizar trabajos menos agradables. Más duros, de fin de semana, largos, con discusiones entre compañeros, problemas… Pero al final siempre han resultado exitosos.
En esta fábrica he forjado mi familia y mi hogar, con muchos proyectos realizados y otros por venir. He visto modificar la fábrica de arriba a abajo, con inversiones y nuevos modelos de frigoríficos. Y, reitero, siempre que se ha propuesto algo nuevo el resultado ha sido exitoso.
El 16 de diciembre de 2024 se nos levantó un muro y se puso todo oscuro. Recuerdo que estaba terminando mi descanso del almuerzo cuando se me acercó un compañero y me dijo, con la cara desencajada: “Nos cierran”. Me quedé sin comprender nada.
- ¿Qué dices?
- ¡¡Que nos cierran la fábrica!!
De ahí, escalofríos, vueltas de estómago y miradas alrededor, viendo los corrillos que se estaban formando… No daba crédito.
Desde ese día, las noches se hacen eternas, la angustia me ha invadido, y por más que quiera sobreponerme, no hay manera. Este malestar se ve en la cara de todas y todos los compañeros y compañeras de la fábrica. Familias rotas que cada día siguen cumpliendo con lo que es su labor: trabajar. Trabajar desde que entraron por primera vez en esta factoría.
Cada persona cumpliendo con su puesto de trabajo.
Toda una vida laboral dedicada a esta factoría, dando el doscientos por cien. Postergando, en más de una ocasión, familia, amistades, aficiones y demás para cumplir y terminar en tiempo y forma las labores encomendadas. Llevándonos incluso a casa –metidos en la cabeza– los problemas que pudiesen haber surgido para buscarles solución.
Creo que han tratado a seres humanos como no se trata ni a cabezas de ganado: un pastor da mejor trato a su rebaño que el que nosotros hemos recibido por parte de Bosch.
En primer lugar, somos personas, no una herramienta.
No se puede leer un papel medio arrugado con semejante discurso sin levantar la vista para mirarnos a los ojos. No se puede ser tan ruin. Obrar así es tener pocas agallas, poco corazón o tener uno muy oscuro.
Con estas pocas palabras simplemente quería dar a conocer cómo nos sentimos las personas que seguimos viendo en esta factoría un pequeño hilo de esperanza. Somos más de 1.000 familias afectadas. BSH ez itxi kopon!!!