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Antepasados y electricidad

Antepasados y electricidadEP

Felicidades. Si estás leyendo esto, formas parte de la generación más preparada de la historia: aquella que lleva el conocimiento del mundo entero en el bolsillo, a un solo clic de distancia. ¿Qué pensarían nuestros antepasados -no los que cazaban mamuts, sino los de apenas hace un siglo- al vernos perder la calma por pasar cinco horas sin electricidad? ¿En qué momento dejamos de saber vivir sin una corriente constante de luz e internet? Hoy pertenecemos a una sociedad encadenada a la nube, donde una tarde sin televisión ni ordenador parece una condena insoportable. Los (pocos) supermercados abiertos han sido arrasados como si nos aguardara un largo invierno. “Más vale que después de aquella compra de marzo de 2020 aún me queda papel higiénico para un lustro” pensarán algunos. 

¿Dónde quedaron las tardes donde la gente leía libros, salía a caminar o simplemente comentaba con su familia qué tal había ido su día? En esta era de inmediatez y conexión perpetua, un día como hoy debería ser un alto en el camino: la electricidad se va… y contigo también se va tu mundo. ¿Qué queda entonces?

Esta noche, haré una barbacoa con mi familia y me perderé en las páginas de un libro, iluminado apenas por la luz temblorosa de una vela. Nada especial, pensarían mis antepasados. Y, tal vez, ahí resida su felicidad.