Hay cuerda para rato
La XX Concentración de Rondallas celebrada en Berriozar el domingo 29 de junio resultó fantástica a pesar del intenso calor que invitaba a no salir de casa. Cuánta entrega e ilusión en todos los participantes. “Un día extraordinario el vivido en Berriozar”, “una gozada”, “precioso concierto de pulso y púa”, comentaban a la salida personas no habituales a este tipo de música conocida como de plectro.
La concentración de rondallas es una forma contagiosa de vivir en grupo con sentimiento compartido la música de cuerda pulsada, un legado cultural que queremos conservar y transmitir a nuestros hijos y nietos cuando estaba a punto de desaparecer y que estas concentraciones tratan de rescatar.
La iniciativa nació en junio de 2003 con cinco rondallas. Ahora hay más de 30 esparcidas por la geografía navarra con la inclusión de la bandurria y el laúd como asignaturas optativas en algunas escuelas municipales de música.
Por eso la concentración del acogedor auditorio de Berriozar fue un punto de encuentro de la Rondalla Yoar, la Rondalla de Tafalla y la de Zizur. Y un punto de partida para otros grupos como El Camarote, Dúo Trémolo y el Conjunto Sagaseta, que han vivido su primera experiencia felizmente con la esperanza de que esta vieja tradición no muera. Un buen pretexto para sacar a pasear nuestras canciones tradicionales, pequeñas obras de arte tocadas con instrumentos autóctonos que el pueblo navarro hizo suyas y que llevaban camino de perderse.
A partir de ahora vamos a seguir sacando la música de plectro (pulso y púa) a la calle y la vamos a subir con aire sinfónico a los mejores escenarios de la comunidad foral. Porque se demostró en Berriozar que el festival del pasado domingo ha dado un nuevo y vital impulso. Y eso sin recibir un euro de subvención, reivindicando un puesto en el ranking de la cultura popular como una de las señas de identidad de Navarra.
Con estos renovados ánimos nos atrevemos a decir que hay cuerda para rato. Y más contando en Pamplona con Carlos Irigoyen, el mago de la bandurria y el laúd, galardonado con la Púa de Oro por su virtuosismo.