Con eso de que aparecen dos días seguidos de tiempo soleado, ya anda la gente abalanzándose sobre los yogures 0% materia grasa y todo el arsenal de alimentos light que desde hace tiempo ya invadieron gran parte de los estantes del súper (Inciso: en nada tendremos que llegar hasta la esquina más oscura de la tienda, a la que sólo se permitirá el acceso mostrando el DNI y un análisis reciente, para encontrar los productos heavy, bien llenos de grasas, colesteroles y carbohidratos, que deberán ser envueltos en paquetes sin nombre ni señas, y consumidos en la intimidad del hogar, pero no en lugares públicos). Por supuesto, muy poca gente irá al médico, que para eso está, ni se pondrá una razonable dieta en la que disminuyan las calorías y se asegure una alimentación equilibrada. Menos aún, aunque lo intentarán al menos para amortizar ese chándal tan a la moda que está a punto de pasarse, lo de hacer ejercicio. Cansa y motiva poco.
Pero un año más está la solución: esta vez de la mano de un libro que se vende como rosquillas (sin azúcar), y que muestra la enésima dieta, esta de verdad no como siempre, de un doctor llamado Pierre Dukan, en la que te puedes poner hasta el culo de proteínas siempre que sigas unas estrictas reglas que... Ya saben la copla, porque una y otra vez se repite con idéntica impunidad el tema. Lo gracioso es que esta vez la moda Dukan llega a España con casi un decenio de retraso: en Francia y otros países europeos se puso de moda a finales de siglo, y arrasó. Curioso que nadie se plantee por qué la obesidad de franceses, holandeses o alemanes no ha disminuido nada si lo tenían todo. Quizá porque es una dieta engañosa, peligrosa, que además puede dejarte fatal. ¿Por qué se deja entrar aquí a saco? Porque, como siempre, esto es un negocio. Y poco importa que la agencia de seguridad alimentaria francesa alertara del timo, y poco importará que una revisión científica promovida desde la Asociación Española de Dietistas-Nutricionistas concluya que esto es un verdadero riesgo para la salud, y que el ministerio lo avale. Ahí está el milagro Dukan: el mismo que hace que el tocomocho o la estampita sigan usándose.