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Cosmos

Fue en 1980, y el astrónomo Carl Sagan, un tipo menudo y tranquilo que en España tenía la voz de José María del Río, se metió en nuestras casas y nos habló de ciencia. Recorrió la historia y el mundo sin ahorrar críticas a la necedad humana, que había acabado con el saber de la antigüedad acumulado en bibliotecas como la de Alejandría, porque bastaba solo con un libro gordo revelado. O sin preguntarse qué futuro nos queda si no somos capaces de entender que estamos de prestado en un universo sorprendente y que nuestros hijos tienen el derecho de poder seguir viviendo en él.

Ahora, una generación después, otro astrónomo, esta vez un negro llamado Neil deGrasse Tyson, vuelve a leer ese Cosmos y nos va a contar cómo, ya metidos en el siglo XXI, sin duda lo conocemos algo mejor, aunque seguimos en la orilla de un océano sin imaginar qué otras costas nos esperan en el futuro, a la vez que constatamos que lejos de mejorar nuestra especie sigue embarcada rumbo a la autodestrucción más irresponsable, la del conductor suicida jaleado además por los otros ocupantes de la nave.

"El Cosmos es todo lo que es o lo que fue o lo que será alguna vez", dijo Sagan y ahora vuelve a decir deGrasse, y quien al oír esa frase no sienta un vértigo en medio del estómago, es que se ha olvidado de qué era importante en eso de ser seres humanos, en ese camino que empezaron otros simios antes que nosotros que aprendieron a sobrevivir usando creatividad e inteligencia. Si uno no siente la vorágine del Cosmos, es que está ya perdido e irrecuperable, es que solo le queda el encefalograma plano. Sé que la nueva serie no será tan sorprendente como la original, porque si algo estamos perdiendo en este siglo es esa osadía de pensar que, ante todo, las historias deben ser contadas, que nos da miedo pensar en que el cambio es posible y necesario.