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¿Ahora sí?

Ahora sí que sí. Porque si no es ahora, ¿entonces cuándo? El cambio político está a punto de consumarse. Estas expectativas, y otras más elaboradas, las maneja el PSN en su versión más mediática, todos los partidos a su izquierda, sus militancias más activas y la ciudadanía en general. El cambio, sea de régimen, de sillón o de modelo está en las agendas de todos ellos.

Y es que la sensación de engaño, de trampa generalizada y de impunidad para cometer latrocinios es general. Pero el desencanto político y la indignación no son solo patrimonio de la gente de izquierdas. También lo siente la gente que vota a UPN y al PP. Este malestar es transversal a todas las clases y opciones políticas. Y esto es lo que Podemos ha interpretado y gestionado magistralmente alterando a la derecha y a la izquierda clásicas. Otra cosa es moverse en esta realidad enfangada.

Sin embargo, dadas las condiciones de manual para que la izquierda gane por goleada, esa misma izquierda da muestras de no saber gestionar ese escenario favorable.

Uno siente que a los partidos de izquierda, con sus más y sus menos, son poco flexibles a cuestionarse pactos, programas, egos, vanidades, sinecuras, prestigios, candidatos de toda la vida o puestos de lista irrenunciables.

No me digan que a la izquierda del PSN no hay más confluencias que discordancias. Solo el planteamiento independentista de Bildu y la posibilidad de que Navarra forme parte de Euskadi separan algo a esa izquierda. Y digo algo, porque la realidad es más tozuda que las pretensiones programáticas. Que están para lo que están.

Dicho lo cual, esa izquierda plural debería ser más empática con la ciudadanía que reclama un cambio real. Háganle caso de una vez. Ya saben de qué hablo.