Me interesa el tema del cambio climático (he visto el documental de Di Caprio y creo que deberían ponerlo en las escuelas): estamos destrozando el planeta y todo puede ir muy mal a partir de ahora si no paramos. Lo del terrorismo religioso me parece una atrocidad tal que me enmudece. Por otro lado, hay quien ha empezado a considerar seriamente el riesgo de que el próximo presidente de los EEUU reanime la amenaza de una guerra nuclear. Y la extinción del género humano nunca a estado tan cercana. Pero no todo va de mal en peor. Hay cosas buenas. Mick Jagger (me pregunto qué desayunará) acaba de ser padre a los 73 años. En serio. El domingo me leí entero el periódico. Como quizá hayáis deducido, mis secciones preferidas son Qué mundo y Bambalinas y ahora ya no recuerdo en cual de las dos encontré la gran noticia. Da igual, podía estar en ambas. Lo primero que pensé, en cualquier caso, es que aún hay razones para conservar la esperanza en el futuro de la especie. Sí: a Dylan le han dado el Nobel (que sepas, Nagore, que estoy en el grupo de los que lo consideran merecido, aunque tardío). Y Cohen, por su parte, ha preferido morir. Mis respetos para ambos: nunca los olvidaré. Pero lo de Jagger está en otra dimensión. El tipo sigue funcionando como un cabrón. Y lo ha hecho con una jovencita de 29. Y encima: bailarina. ¿No es fenomenal? Quizá muchos no lo sepáis, pero Jagger es bisabuelo de una niña de 2 años llamada Ezra. Como dijo el taumaturgo Polidoro de Creusa: “Hay muchas formas de no estar en el mundo”. Y en la misma página, la noticia contigua decía que Emma Morano, la mujer más longeva del mundo, ha conseguido su récord comiendo muchos huevos y alejándose de los hombres. En fin, ¿cómo olvidar que fuimos creados para vivir en el paraíso?