El miércoles casi no celebra su cumpleaños. Bilbao también amaneció con los tejados nevados. Fue mágico escuchar a primera hora el silencio que trae la nieve a las calles y sentirse Scott un siglo después hollando esa virginidad antártica que convierte a cualquier ciudad en paisaje nórdico y en reto para Calleja. Fue un regalo desmenuzar la calidad polvo de un manto por la que matarían los esquiadores y por la que no sólo murió Scott, también un pobre hombre de 66 años en un resbalón nefasto. Al resto esa nieve sorprendente sólo nos trastocó la rutina, los taxis no se movieron y el metro se convirtió en el de Tokyo. Casi eché de menos a los profesionales japoneses maestros del tetris que saben empujar y compactar viajeros en el vagón rellenando huecos. Día para intimar y hacer amigos, ayer. Pero pasado el mediodía el sol llegó y en dos horas fulminó una atmósfera de postal navideña insólita en el Botxo. Y el concierto económico vasco pudo celebrar su cumpleaños en el Teatro Arriaga según estaba previsto. 140 años de una fórmula acordada entre el Gobierno central y el vasco e inspirada en la Ley Paccionada que firmó Navarra en 1841. Algo tendrá el concierto para haber sobrevivido a repúblicas, monarquías, dictaduras, para haber sido firmado por 85 ministros de Hacienda y refrendado por partidos de toda ideología. Por ejemplo, historia, porque bebe de aquel fuero vasco que los Reyes de Castilla tenían que venir a jurar a Gernika ya en la Edad Media para ser reconocidos aquí como monarcas y poder embolsarse sus tributos. Y también tiene su riesgo, se recaude mucho o poco, hay que pagar al Estado el mismo cupo. Sólo sé esto porque acabamos de hacer el documental sobre el concierto que se proyectó en el Arriaga y ayer emitió ETB. Animo a Rivera y a quien no tenga ni idea de qué es a verlo. Simplemente para saber qué se critica.
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