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Secretos

El conjunto de gente que nos rodea conoce más de nosotros que nosotros mismos. Poco podemos hacer al respecto, inmersos como estamos en una sociedad obsesionada por los cotilleos y las noticias, reales o falsas; por saber de los demás y hacer ver cuánto controlamos a nuestros prójimos.

Pese a todo, quiero creer que quienes nos atienden en sus respectivos trabajos son personas juiciosas que respetan el secreto profesional. Es sólo una elucubración, pero imagine que está de paseo por la Avenida de Carlos III y, a la altura de las dependencias de Policía Foral, un agente comenta a voz en grito que le detuvo a usted un día por la razón que sea. Poco después, se cruza con un funcionario de Hacienda que le mira e informa a su acompañante de su situación fiscal y, más adelante, saluda a su médico, quien no tarda una hora en chismorrear con un colega sobre sus afecciones. Da miedo pensarlo y, por ello, es tan importante no traspasar los márgenes de discreción en los que podemos movernos. En caso contrario, uno puede acabar en el juzgado, como la policía municipal de Pamplona a la que se acusa de enviar a su marido, a través de whatsapp, un informe interno. Seguro que no tuvo mala intención, ella afirma que sólo pretendía colaborar y no difundir secretos, pero es que somos como somos?