¿Vagos?
Una de esas falacias que se repite mucho es aquella de que nuestros jóvenes se caracterizan por su indolencia y desmotivación. Vaya, que los chavales sólo piensan en móviles y juergas y que es una vergüenza lo malcriados que están y lo mucho que piden para lo poco que aportan.
Holgazanes los hay en todas las edades, pero es absurdo tildar de ello a toda una generación que, además, no lo tiene fácil. Desde luego, no es de vagos lo que algunos de ellos hacen cada día. Se levantan prontísimo y, antes de llegar al centro de estudios a kilómetros de sus casas, han de tomar un autobús que les lleve hasta los institutos. Allá se pegan seis o siete horas y vuelta a sus pueblos de origen, todo ello si no practican deportes, acuden a conservatorios o lo que sea? Tras semejante jornada laboral, que por cierto pocos adultos aguantaríamos, aún les queda un buen rato de deberes escolares.
Son cientos, o miles, los chicos que viven así de lunes a viernes -como los estudiantes de Aoiz que esta semana sufrieron el vuelco de su microbús cuando se dirigían a distintos centros de la Comarca de Pamplona, en un accidente en el que tres adolescentes resultaron heridas- y estoy segura que no les hará mucha gracia escuchar lo gandules que son. Que no lo son. Todo lo contrario.