ay bastante cachondeo en las redes sociales porque Miguel Bosé ha soltado unas cuantas barbaridades acerca de que si Bill Gates está detrás de todo esto del coronavirus, que quieren meternos cámaras y chips a través de las vacunas y alguna cosa más relacionada con las redes de 5G. Vamos, lo habitual, chiu, chiu, vendrán millones de naves. No sé, Bosé siempre ha tenido el talento justo para hablar y no cagarse a la vez, pero su planta, su manera de bailar, tres canciones y ser un niño hijo de papi y mami nos lo trajo hasta aquí, hace ya 45 años. La hostia qué paciencia de país. Hay muchos y muchas así. No hay problema. El problema lo tenemos cuando se hace excesivo caso a esta gente, algo que se ha estado haciendo durante la pandemia: éste, Cayetano Rivera, su hermano el mayor, Pablo Motos, Quique San Francisco, etc, etc. Por no hablar de que se convierte en estrella del periodismo a un macoque de 35 años como Javier Negre -tengo compañeros y compañeras de 35 años que nos dan mil vueltas a los mayores, pero no van de Woodward y Bernstein, porque no les ha dado tiempo, no por otra cosa- que es una desgracia para la profesión. Pues nada, ahí lo tenemos, como si sus cosas fuesen importantes. Es una tendencia autodestructiva de esta sociedad, la de pegarse un montón de tiempo malgastándolo hablando de auténticos alcornoques como el Negre o haciendo excesivo caso a lo que sueltan por la boca profesionales de otras historias que por el simple hecho de ser famosos creen que tienen un don especial. Y ojo, completamente de acuerdo en que hablen de lo que quieran, faltaría más. El problema viene en hacer ni puñetero caso o en convertirles en una opinión más respetable o fundada simplemente por ser más seguida. Nos pasamos media vida hablando de cosas que no tendrían que pasar del Pronto o del Super Pop. Y es muy generalizado. Y este es el país, no nos engañemos.