Casado en matrimonio de conveniencia, Pablo se ha venido arriba como cónyuge dominante. El PP se incorporó a la agrupación de intereses UPN-Ciudadanos, con la pretenciosa escaladora Ana Beltrán como seductora celestina. Ahora, Esparza pide a Pablo "respeto y lealtad".

Quizá olvide la deslealtad de UPN al PP en 2008 en el rechazo a los Presupuestos de Zapatero. Pago en diferido del agostazo (2007), cuando el PSN mantuvo en el Gobierno de Navarra a UPN. Provocó la ruptura de un pacto de 17 años con aquella renuncia del PP a sus propias siglas. Por intereses electorales, Esparza diluyó a UPN en la coalición Navarra Suma, primera vez que la formación regionalista renunciaba a su marca en unos comicios. Después de negar más veces que Judas su receptividad a los insistentes requiebros de Beltrán. Por intereses electorales, Esparza resucitó a Cs y PP, muertos en su representatividad foral y local.

Aunque no sumó lo pretendido, mantuvo sus escaños en la Cámara Baja y sus socios participan en el entramado foral y municipal de cargos de representación. Confirmado como presidente de UPN con sólida oposición cuantificada en Congreso, en buena medida por sentirse desdibujados en la identidad fundacional, Esparza quiere corregir la diluida imagen de sus siglas. Cuestión de semáforo.

Parado ante el rojo en su crecimiento y con el ámbar de aviso de la contestación interna, Esparza toma como punto de apoyo para su arranque de dignidad la "luz verde" recibida de Pablo Casado "para apoyar los Presupuestos de Sánchez": "El PP no respaldará los PGE, pero da luz verde a que la coalición electoral Navarra Suma sí lo haga para crear una nueva mayoría que incluya también a Ciudadanos". Navarra Suma es un fallido 3-en-uno: ni lubrica políticas comunes ni protege a UPN contra su óxido ideológico, programático y social. Esparza proclama que UPN "es el único partido de esta tierra que toma sus decisiones en Navarra". Como estar con el Trío de Colón.