a tele estaba encendida mientras iba y venía y de repente me quedé clavada. El presentador estaba explicando con detalle la posibilidad de una III Guerra Mundial. Pillé la noticia tarde, pero venía a decir que el conflicto supondría un primer enfrentamiento armado, al que luego se irían sumando otras partes, entre China y EEUU. ¿La causa? El control del Mar de China meridional, una vieja aspiración que la potencia asiática ya viene materializando saltándose las competencias territoriales de Malasia, Filipinas, Vietnam o Brunei y que EEUU y otros países intentan neutralizar con su presencia regular y disuasoria en esas aguas. La noticia proseguía con el cálculo pormenorizado de los efectivos y la evaluación de las bazas de cada contendiente. China tiene más soldados, aviones y tanques y EEUU más submarinos, portaviones y cabezas nucleares. Todo esto que sepamos.

Saqué una foto de la pantalla. Qué desazón. No salimos de una y entramos en otra.

La noticia llegó como se fue, así que busqué información y lo más parecido que encontré es la reciente publicación de una novela de ciencia ficción titulada 2034, una novela sobre la siguiente guerra mundial. La escriben Elliot Ackerman, un novelista, y Jim Stavridis, un militar estadounidense que fue Comandante Supremo Aliado en Europa de la OTAN entre 2009 y 2013. Ufff. ¿Ufff? En este caso, bueno, y por ahora, quién sabe si es evitable. Lo mismo puede quedarse en fabulación o resultar profética. En el mundo de la no ficción, el Jefe del Estado Mayor británico ha comentado la posibilidad de que las consecuencias del coronavirus actúen como detonante de la próxima confrontación global. En el mismo terreno, la administración Biden ha identificado como experimentos armamentísticos rusos o chinos alrededor de 100 ovnis. Lo cierto es que no necesitamos que nos invadan desde el espacio.