ay momentos como los vividos la semana pasada en los que parece imposible no dejarse alcanzar por la realidad. La acumulación de casos de violencia machista extrema impone la visión de una falla sistémica. Olivia y Anna asesinadas por su padre, Rocío Caíz por su expareja, Alicia Rodríguez asesinada presuntamente por su pareja, Juana Rivas entrando en prisión, Irune Costumero escuchando de la fiscal que ha provocado en su hija el Síndrome de Alienación Parental que la OMS y la comunidad científica declaran inexistente (y, por cierto, el Consejo General del Poder Judicial rechaza su uso).

Que El Cigala manifieste que la denuncia de maltrato habitual interpuesta por su mujer está provocada seguro por los dineros, porque las mujeres siempre quieren dineros o que una sala de conciertos casi al completo arrope durante ocho eternos y lacerantes minutos a Plácido Domingo con aplausos y este entienda que Madrid lo adora tal cual ilustra dónde estamos, la misoginia, la tolerancia ante ciertas conductas.

Sobre el patriarcado, el machismo y la violencia machista en todas sus escalas hay conocimiento, experiencia, información en formatos variados y accesibles. Hay muchas mujeres que saben mucho porque la han vivido y la viven y muchas personas la conocen porque atender a las víctimas y supervivientes forma parte de su trabajo. Sus testimonios están al alcance de cualquiera.

Por eso, a estas alturas, decir que estamos ante sucesos sin lógica o de difícil comprensión no es de recibo. En un sistema desigual la violencia es un instrumento de una lógica absoluta. Lea usted, pregunte, infórmese, aguce la vista y el oído. Asuma esa responsabilidad. Y, por favor, no repita esa tontería colosal de "yo, ni machismo ni feminismo", que solo demuestra falta de cultura e interés y exceso de prejuicios y comodidad.