Todos sabemos que tratar de imponer el relato sobre lo ocurrido en cualquier circunstancia histórica es más viejo que la escritura, pero en los últimos tiempos se ha convertido en una obsesión por parte de nuestros gobernantes. Seguramente porque nunca como ahora han sentido en la nuca el aliento del hartazgo ciudadano y porque estamos en vísperas de entrar en un año de triple contienda electoral, el Gobierno del PP no escatima esfuerzos en su intento de hacernos ver que hemos superado la crisis. Solo en 2014, Mariano Rajoy ha anunciado su final en al menos cuatro ocasiones, y en todas ellas lo más suave que le han llamado ha sido “irresponsable”. No parece, sin embargo, que le afecten mucho las críticas a quien ha sido capaz de citar a la prensa para comparecer en público a través de una tele de plasma. No obstante, este lunes no le quedó más remedio que matizar sus propias palabras cuando, en el que fue su primer acuerdo social de la legislatura con UGT y CCOO para repartir la limosna de 426 euros mensuales a algunos parados de larga duración, tuvo que reconocer que “la recuperación no será completa hasta que llegue al bolsillo de todos los españoles”.

En el complaciente discurso de la superación de la crisis, que tiene su reflejo más amargo en los más de 4,5 millones de desempleados, cuenta con la inestimable colaboración de su vicepresidenta. Y ahí Soraya Sáenz de Santamaría no tiene complejos incluso en falsear los datos para trasladar una imagen de bonanza económica que no se ajusta con la realidad. De esta forma, lo mismo un día dice que 520.000 personas cobran el paro de forma fraudulenta -pese a que no llegan a 6.000 los cazados-, que cifra en medio millón los empleos creados con el PP, pese a que rondan los 370.000, casi todos ellos precarios y muchos a jornada parcial.

Dudo que estas milongas que nos vienen contando se las crea alguien, y mucho menos los que siguen en la cola del Inem.