no han estado muy atinados los creativos de UPN con el lema escogido para la campaña electoral, que por cierto ha iniciado ya, pese a que de manera hipócrita y recurrente acostumbra a pedir que se acorte de dos semanas a una. Garantía es el eslogan elegido para tratar de revalidar el Gobierno que ostentan, con la aquiescencia del PSN-PSOE, desde 1996 y que ahora ellos mismos dudan de si lo podrán conservar. Es normal que así lo piensen, después de haber combinado durante estas dos décadas el despilfarro desaforado con el ahogo social vía recortes, hasta llevar a la Comunidad a una deuda que ronda los 3.400 millones, similar al presupuesto anual.

Cabe preguntarse, por lo tanto, cómo no se sonrojan cuando se atribuyen ser la garantía de Navarra. Salvo que por garantía entiendan haber mirado para otro lado mientras se volatilizaban 1.000 millones de Caja Navarra en tan solo una década, al tiempo que llenaban sus bolsillos con dobles y triples dietas por no hacer nada. O asumir un monumental sobrecoste de 500 millones por haber financiado la Autovía del Camino, cuya construcción costó 390 millones, mediante el peaje en sombra. O malvender, por no atender los continuos requerimientos que le hizo el Parlamento, los 170 millones invertidos en acciones de Iberdrola. O haber impulsado infraestructuras inútiles y ruinosas como el pabellón Arena y el Circuito de Los Arcos, que han significado tirar por el sumidero más de 110 millones. Y a todo esto habría que sumar la pésima imagen que su diputado Carlos Salvador -curiosamente, el político peor valorado en todos los sondeos del CIS- ofrece de Navarra cada vez que tiene ocasión de intervenir en el Congreso. Sin ir más lejos, en el debate sobre el estado de la nación de esta semana pronosticó que aquí se instalará tras las elecciones “un gulag euskaldun donde solo caben los euskaldunes afines”. ¿Acaso se cree Salvador que todos son de su condición y que si hay un Gobierno alternativo será tan sectario como el UPN?