Tiempo para perder el tiempo
Algún año lo haré. Lo de no cambiar la hora digo. El año pasado por estas fechas y lares se me ocurrió una ekin-tza en clave soberanista. “Euskal Herriaren ordua”, la titulé. Un pase foral a la orden de cambiar la hora siguiendo un uso heredado del jumelage entre Franco y Hitler. La gente se olvida de que vamos a un ritmo antinatural por aquel apaño geopolítico al margen del meridiano de Greenwich. Igual podríamos hacernos los locos. Darle un toque horario canario, escocés o irlandés a la vida. La idea la mande hacia Catalunya que andaba con la resaca de su Diada. Y ahora nos han adelantado. Los relojes no, los catalanes. Además por la izquierda. Han dado la vuelta al reloj de arena y están en su cuenta atrás para saltar adelante. ¿Hay agua en la piscina? Nosotros, mientras, en la orilla. Con el Concierto y el Convenio podemos esperar. De momento... Pero este año la apología a la insumisión horaria va por derroteros más íntimos. Construcción personal más que construcción nacional. Vivimos bajo la tiranía del tiempo. De la falta de tiempo. Y entre las manecillas del reloj y las horas de los mensajes del WhatsAppse nos escapan las cosas importantes de la vida. Apenas tenemos un rato para hablar con un amigo/a o para visitar a alguien enfermo o que vive en soledad. No tenemos tiempo para perder el tiempo. Ya sé que es imposible regresar al pasado desde un futuro que nos come el presente, pero me gustaba escuchar a aquellos mayores que contaban el tiempo por estaciones en vez de por segundos. Que una vez superado un invierno más, saludaban a la primavera y disfrutaban del verano en espera de recoger los frutos en otoño. Aquellos que trabajaban de sol a sol, no de pantalla a pantalla. La felicidad a veces no se mide en minutos, sino en metros. A mí me pasa cuando miro la muñeca y veo el reloj en función altímetro. Subir y bajar montañas eternas; sentir atardeceres y amaneceres; oler la libertad en forma de horizonte de cimas y nubes dejando volar el corazón hacia los seres queridos... Siempre hay que tener tiempo para el amor y el humor. Es lo único eterno.