Síguenos en redes sociales:

Y así otros 40 años

Joaquín Sabina resumió la noticia en las dos primeras líneas de su canción Adivina, adivinanza: “Mil años tardó en morirse/pero por fin la palmó...”. Aquel amanecer -mañana hace ya cuarenta años y parece que fue ayer mismo...- la radio nos contó lo que ocurría cuando subíamos en La Beriainesa y el jefe de Estudios del instituto lo confirmó poco después a través de la megafonía: no hay clases hasta el lunes, todos a casa. Un rumor de voces corrió por los viejos pasillos, murmullos que el susodicho aplacó saltando de piso en piso a la caza de los alborotadores. El corazón de Franco se había parado, pero el franquismo no había muerto.

Desde aquel 20 de noviembre de 1975 la sombra del Generalísimo nos sigue acompañando: sus herederos políticos, sus mensajes, su rey, sus monumentos, su fundación, sus calles y sus plazas. Sus mártires y sus caídos. Su himno y su bandera. También sus películas y sus libros. Cuarenta años son por lo menos dos generaciones, las mismas que nacieron y crecieron durante su mandato. A unas, las de la posguerra, se les ocultó la historia de ese largo periodo, retorciéndola hasta convertirla en una epopeya fantástica de colonizadores y cruzados; las otras, las de la llamada Transición, todavía la van descubriendo capítulo a capítulo sin dejar de sentir escalofríos entre cada salto de línea. Quien dijo que el tiempo lo cura todo es que nunca tuvo que medicarse contra la traición y la mentira.

Franco continúa cumpliendo años: el próximo 18 de julio hará 80 del golpe de Estado de Mola y compañía al cual se sumó el militar gallego solo cuando vio que el levantamiento iba en serio y tomaba cuerpo. Y no hay día en el que no se esconda detrás de la actualidad, bien por el cambio de nombre de una plaza de Pamplona o porque todavía no ha desaparecido de la fachada de Diputación el escudo de Navarra con la Laureada de San Fernando que le concedió el dictador por “atesorar las virtudes de la raza” y como reconocimiento a las “gestas heroicas en el Movimiento Nacional”. Y al hilo de los atentados de París y el temor que se extiende por Europa vendrá alguien y recordará que en su mensaje póstumo escribió aquello de “no olvidéis que los enemigos de España y de la civilización cristiana están alerta...”. Y así otros cuarenta años...