La careta de González
ahora resulta que recordarle a gritos y con pancartas a Felipe González episodios de su pasado oscuro y de su presente sometido es poco menos que un linchamiento. Esos chicos y chicas que protestan de forma airada aprovechando la presencia del expresidente en la universidad tienen razones más que sobradas para manifestar su desengaño y denunciar la deriva de un político que ha recorrido un impúdico camino desde el marxismo juvenil de comida campestre con los camaradas a las juntas de los consejos de administración millonariamente retribuidas. Esto sí que es una transición y no lo de Adolfo Suárez? Sean estudiantes o no lo sean, esos muchachos y muchachas cubiertos con caretas pueden ser cualquiera de los que tenemos cerca y que forman parte de una generación sacudida en lo educativo, en lo laboral y en lo social por las medidas impuestas por un Gobierno (el del PP) al que la postrera maniobra de González -“es como si (Sánchez) me hubiera engañado”, dijo para encender la mecha de la abstención del PSOE dinamitando al secretario general elegido por la militancia- sostendrá en el poder. A los de la protesta universitaria les han penalizado las formas, aunque ese es el argumento para quienes prefieren no entrar en el fondo. Claro, las formas de González son más refinadas; las propias de un consejero de Gas Natural, asesor del presidente de Indra y del empresario Zandi que compra minas en Sudán del Sur y Chad, y socios además de una consultoría que en 2015 facturó 1,4 millones de euros. En fin, que dicen que esos jóvenes han querido linchar a González por orden de Podemos, que fue quien desenterró en el Congreso los cadáveres sepultados con cal? ¿O fue González cuando admitió en la Ser que “nunca habíamos tenido peor resultado (electoral) en el País Vasco, a pesar de las cosas que hicimos, tá, pá pá?? Es lo que hay detrás de la careta del excamarada Felipe.