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...cruzamos el Mississippi

Casi al mismo tiempo que Donald Trump era elegido presidente de Estados Unidos, moría La Veneno. Cristina Ortiz, mujer nacida dentro del cuerpo de un hombre, fue estrella fugaz de un programa de televisión de Pepe Navarro: Esta noche cruzamos el Mississippi (1995-97). El periodista, buscando las cotas de audiencia por medio de la transgresión de las normas convencionales, encontró en La Veneno un personaje de enganche a través de un cuerpo siempre demasiado grande para tan poca ropa, siempre con un puñado de tacos a mano para cubrir tan corto discurso. La Veneno, como tantos y tantas otras, fue producto de rápido consumo audiovisual para terminar en juguete roto, si es que alguna vez tuvo todas las piezas en su sitio.

Al mismo tiempo que La Veneno expiraba, el planeta contenía la respiración mientras esperaba un revolcón en el recuento final en un par de estados, que a cada minuto que pasaba eran misión imposible para Hillary. Y ganó Trump, el del mensaje xenófono, homófobo, machista recalcitrante, el candidato que incluso ponía en duda el sistema que le ha abierto las puertas de la Casa Blanca. “Ni muerta en la bañera quiero yo eso. Digoooo...”, que bramaría la difunta en una de sus ruidosas frases.

Los analistas dicen de Trump, el del rostro acartonado y tupé macerado en tinte, que es también un candidato creado al amparo de la televisión y que su dominio sobre el medio le ha ayudado a auparse al papel de emperador del mundo. Al parecer, cada vez que aparecía en pantalla la audiencia sintonizaba el canal para escuchar sus peroratas, algo que no ocurría con Hillary. “Esto (las elecciones) no es más que un espectáculo de televisión, nuestra vida entera se ha convertido en un show y lo merecemos porque somos una cultura de idiotas que no hace más que ver televisión”, dijo el experto en medios Michael Rosenblum, quien también sentencia que el medio que lo creó se encargará también de acabar con él. A mí hoy me parece difícil. De momento, ya ha cruzado su Mississippi.