Síguenos en redes sociales:

Congregación criminal

El puesto relevante del prior permitiría conseguir las comisiones; la madre superiora ordenaría el reparto; el vicario sería el receptor y encargado de materializar las operaciones de recaudación y de su posterior distribución; los monaguillos, por último, pasarían el canastillo para recibir su parte. La tipificación legal de organización criminal describe básicamente a una estructura jerarquizada y cohesionada, con objetivos comunes y reparto de funciones. Lo de la familia Pujol Ferrusola sería, al hilo del manuscrito atribuido por los investigadores de la Udef a la matriarca, la versión monacal de una congregación criminal.

Es posible que Marta Ferrusola, esposa de Jordi Pujol, echara mano por casualidad de un símil coventual para encriptar su mensaje. O no. Quiero decir que, de antiguo, la feligresía ha tenido que soportar diezmos, bulas y primicias que pagaban religiosamente -y nunca mejor dicho- a los eclesiásticos. Eran tributos materiales o económicos que aportaban suculentos fondos a la Iglesia. Incluso cuando en las casas llegaba el día de la matanza del cuto, en Navarra era costumbre llevar al cura del pueblo una de las partes del animal, lo que llamaban el presente. Así que tributar a la Iglesia no resultaba tan raro sea en kilos de grano recolectado, en longanizas o, como escribe quien se autodefine como “superiora de la Congregación”, moviendo de aquí para allá unos “misales”.

Marta Ferrusola se educó en un colegio de monjas y pasa por ser una ferviente católica; ni una cosa ni la otra tienen nada que ver en que, con los años, sea señalada como cabecilla de una presunta trama de corrupción que ha amasado de forma no justificada cerca de 70 millones de euros. Pero ahí está esa significativa elección para ella del papel de madre superiora. Madre de siete hijos con siete cuentas bien gruesas en bancos de Andorra. La herencia del abuelo, dicen. O un milagro de la sagrada familia.