“No nos metamos en eso”. Total, ¿para qué? ¿Para qué un político se va a meter en un tema que afecta al menos al 50% de la población? ¿Para qué va a entrar en la agenda política el delicado tema de la brecha salarial entre hombres y mujeres? Mejor seguir negándolo, mejor mirar para otro lado, como uno más de los muchos que lo hacen cada vez que oyen una estadística en la que con cifras y datos se demuestra que todavía hoy las mujeres cobran menos que los hombres por hacer el mismo trabajo. Sí, ya sé que en la mayoría de las empresas no, que en la Administración tampoco, pero en otros muchos puestos de trabajo sí. Negarlo no lo soluciona, y no meterse en eso, como aconsejó Mariano Rajoy, y le ratificó su ministra de trabajo, tampoco. Eso es no meterse en la realidad, pasar de los problemas de la gente, de lo que verdaderamente importa a la sociedad. Rajoy cree que la desigualdad entre hombres y mujeres en el ámbito laboral no es un asunto del Gobierno. Es más, cree que los gobernantes deben “ser muy cautos a la hora de saber cuáles son nuestras competencias y cuales no, y desde luego, no hay ninguna que sea igualar salarios, ni que el Gobierno fije los salarios de las empresas”. Ninguna mujer debería votarle solo por esto. Velar porque se cumpla la ley y no se discrimine a nadie sí es un asunto del Gobierno. Pero prefiere alejarse de las decisiones de otros países como Islandia, Alemania o Reino Unido, que han aprobado medidas legislativas para igualar salarios y oportunidades; siempre por detrás, negando la realidad. Son tantas las cosas en las que Europa nos aventaja. Así nos va, sobre todo a las mujeres. Esta semana falleció Naomi Parker Fraley, el nombre quizás no dice mucho, pero fue la mujer que inspiró el mítico cartel We Can Do It durante la Segunda Guerra Mundial, icono del feminismo y la lucha por la igualdad. El creador de esta icónica imagen, el rostro de una joven vestida con mono azul y ataviada con pañuelo rojo de lunares blancos en la cabeza que saca músculo en un gesto de fuerza, se inspiró en la fotografía de una trabajadora de una fábrica de remaches para piezas de aviones. No sabemos cuanto cobraría, casi seguro que menos que sus colegas. Han pasado décadas, hemos cambiado de siglo pero el lastre del machismo y la desigualdad sigue vivo. No podemos quedarnos quietas, hay que meterse en ello. Cuanto antes, la igualdad es y debe ser una prioridad social, pero sobre todo política.
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