Al grito de “defender España es defender las tradiciones”, el secretario general del PP, Teodoro García Egea, avanzó algunas de las líneas argumentales de su partido para intentar reconquistar (la invocación de moda en las filas de la derecha) los votos y el espacio que le va arrebatando Vox. En esta pugna para conseguir réditos con la demostración pública de quién es más español, por ver quién agita al viento con más energía banderas rojigualdas, no hay empacho en las filas populares en apropiarse de las proclamas que le han funcionado al colega pero, eso sí, sin cruzar la línea roja del franquismo, la homofobia y la xenofobia, al menos de momento, porque si las previsiones de las encuestas no mejoran, todo se puede adaptar en un discurso convenientemente enmascarado.
Decía que García Egea establecía una indisoluble relación entre el “porque somos españoles” y la celebración de la Navidad y de la Semana Santa; eso sí, Navidad de árbol y belén, sin aditamentos de papás noeles, olentzeros o caganers, y sospecho que Semana Santa de capirotes, desfile de legionarios crucifijo al hombro, Siete palabras y saeta al viento. Señas de identidad de un pueblo al que, enfatizó el político, “une” también la práctica y defensa de la caza y de los toros. A este enunciado, Pablo Casado añadió más tarde la pesca, quizá con la idea de dar forma a un ideario en el que más adelante pueden aparecer también la paella, la siesta y la misa de doce.
Este bosquejo de lo que la derecha avanza como su manual del buen español para mí que tiene doble lectura; que de la tradición navideña añoran el discurso en blanco y negro de Nochevieja; de la pesca, la captura de atunes desde el Azor; de la caza, las batidas de ciervos en los bosques de El Pardo; y de los toros, la corrida de la Beneficencia en Las Ventas. En fin, que entre PP y Vox es más lo que les une que lo que les separa, esa frágil línea roja...