a novela negra se alimenta de la vida. De su parte más turbia y truculenta. De lo que ocurre entre la tramoya de una sociedad supuestamente ordenada. El día a día está plagado de sucesos, de mayor o menor trascendencia pública, que bien aderezados y con una dosis de imaginación y buena construcción literaria dan para un relato de muchas páginas o incluso de una trilogía de éxito de ventas. No son pocos los autores que reconocen encontrar su inspiración en las noticias publicadas en los periódicos. Un robo, un crimen o una desaparición que no deja rastro, son argumentos recurrentes que han dado cuerpo a cientos de libros y de guiones para el cine. Repasen con calma las hojas del ejemplar de hoy; las declaraciones ante el juez de los implicados en el triple crimen de Cáseda; el cuerpo encontrado en Tudela entre los restos calcinados de una caseta; los delitos asociados al manejo de las nuevas tecnologías... Todo esto da para armar historias y perfiles de personajes.

Hay en el suceso como género informativo un relato minimalista de intriga. Quizá en estos tiempos se percibe más contención y moderación en los periodistas especializados en la materia, en no cebarse con los protagonistas, ocultar identidades, el lugar de residencia, poner mucho cuidado en qué fotos se publican y cuáles no. No dar pistas (lo que también dispara la imaginación). Me refiero sobre todo a temas en los que hay que proteger a la víctima. Lejos están los años en los que el semanario El Caso arrasaba en los quioscos, con tiradas de más de 100.000 ejemplares. El tratamiento de un asesinato o de un hecho no resuelto por la Policía, aderezado con un diseño de impacto y titulares de letras gruesas, llegaron a disparar su difusión por encima del millón de ejemplares. Amarillismo le llamaban. Me hace gracia ese adjetivo ahora que la prensa vende lo justo para subsistir.

Es casualidad, en fin, que la séptima edición de Pamplona Negra coincida en el tiempo con la celebración del juicio por el crimen de Cáseda. Pero viene a confirmar una vez más el delgado margen que separa a la realidad de la ficción. Casi como el trecho de distancia entre el Baluarte y la Audiencia Provincial. La vida misma.

Es casualidad, en fin, que la séptima edición de 'Pamplona Negra'coincida en el tiempo con la celebración del juicio por el crimen de Cáseda