e ha publicado en formato digital el volumen Los empresarios y ETA, una historia no contada, libro coral de once periodistas y docentes de la CAV y Navarra que deja constancia de aquella atroz extorsión y sirve de modesto homenaje a quienes soportaron cada cual a su manera la angustia de vivir bajo amenaza permanente. Al menos 2.000 empresarios navarros de todos los estratos sufrieron el chantaje desde la sistematización del envío de las cartas de ETA a finales de los años 90 hasta la primavera de 2011, cuando cesó la exigencia del eufemísticamente denominado impuesto revolucionario. La inmensa mayoría resistió a la tentación de comprar su seguridad a costa de comprometer la de los demás, en una manifestación de ética épica que es de justicia reconocer. Igual que en un ejercicio de mínima empatía puede comprenderse el miedo insuperable que atenazó a la escueta minoría que sí acabó pagando, sabiéndose “objetivo operativo” en la tercera misiva de ETA y ya directamente “objetivo prioritario” en la cuarta y definitiva, aun al precio de quedar expuestos para siempre tanto a la extorsión como a su conciencia. Los efectos resultaron devastadores en cualquier caso, como pude comprobar en el cuatrienio que trabajé como jefe de Gabinete de la Delegación del Gobierno en Navarra, con gentes de bien literalmente desplomadas tras cada carta recibida a su nombre o al de sus familiares, con la actualización de empresas a boicotear publicada en el Zutabe (boletín interno de ETA), con los atentados contra bienes y no digamos con las noticias de secuestros consumados o planeados. Pero las más de las veces el coraje se acabó imponiendo, pese a la soledad en la que se afrontó tan terrible presión incluso en entornos hostiles, y puede colegirse que la terrorífica coacción de ETA no se tradujo en éxodo de sedes ni en fuga de capitales. Frente al silencio autoimpuesto para proteger a los allegados, el párrafo final de mi humilde aportación al libro promovido por Petronor: “Las cartas de extorsión que muchos empresarios conservan en algún cajón o en una caja fuerte constituyen el testamento del chantaje más cruel y el legado de su integridad con mayúsculas. A prueba de bombas, literalmente”.

Las cartas de ETA que conservan muchos empresarios constituyen el testamento del chantaje más cruel y el legado de su integridad con mayúsculas. A prueba de bombas