aravilla la hipocresía de los pecadores de misa diaria que con la mano derecha trincan choja negra como el carbón mientras con la izquierda blanden la Constitución como la ley del talión. Gentes de orden para los demás pero puertas adentro siempre acodados en la barra libre del choriceo a ver qué cae. En ninguna sacristía tanto como en la sede central del PP, cuya última reforma se pagó en B y ahora se juzga en la Audiencia Nacional, en el marco de una financiación irregular desde 1982 y hasta al menos 2009 según los indicios acumulados en las distintas causas instruídas hasta la fecha. La prueba incriminatoria principal, los apuntes de comisiones a cambio de adjudicaciones públicas elaborados a mano por Bárcenas, lista de sobrecogedores que de acuerdo al testimonio del extesorero del PP Rajoy trituró imaginando con una inocencia impropia de un registrador de la propiedad que no había copias. Con la circunstancia agravante de que al cohecho y a la evasión fiscal -porque la mercantilización del cargo no se declara- se le han sumado en este caso el robo de documentos y la destrucción de discos duros de Bárcenas, los seguimientos y grabaciones ilegales, el soborno e incluso la tentativa de secuestro. Ante ese cúmulo de aparentes delitos y nada presuntas putrefacciones, el cortafuegos de la dirección vigente estriba en proclamar puerilmente que ese PP ya no existe. Como si Casado no fuera hijo político de Aznar y Aguirre, o presidente actual por obra y gracia de la Cospe para electrocutar a Soraya, o como si se hubiera acometido una purga interna soportada sobre la petición de perdón y el propósito de la enmienda. Una estrategia funesta la de este PP que dice no hablar con delincuentes, no como cuando Rajoy le espetaba a Bárcenas que fuera fuerte, y que achaca sus males a la Fiscalía socialista en lugar de al humano ánimo de venganza de un extesorero que no tolera que se hayan llevado por delante a su esposa hasta dar con los huesos en la cárcel. Así que sí, Luis va a ejercer como El cabrón que le apodaba Correa -el baranda de la red Gürtel-, tirando de la manta caiga quien caiga y ya cueste lo que cueste. Incluso en términos de afiliación y de voto al PP, que debería seguir inhabilitado para recuperar la Moncloa mientras no expíe debidamente sus culpas por aprovechar el bien común en beneficio propio. La honradez resulta un imperativo ético y por tanto prepolítico, la ideología no puede ni debe anteponerse al requisito del recto manejo del erario colectivo. Y esa exigencia vale para todas las siglas sin distinción entre administraciones.

Maravilla la hipocresía del pecador de misa diaria que con la mano derecha trinca choja negra como el carbón y con la izquierda blande la Constitución como la ley del talión