as imágenes de aglomeraciones festivas con motivo de la celebración en Gasteiz del título del Baskonia, o de algunas fiestas populares, resultan preocupantes y más teniendo en cuenta la proximidad de los No Sanfermines en Iruña. Situaciones que son y deberían seguir siendo una excepción en una sociedad que cumple las medidas de distanciamiento social y prevención frente a la covid-19 como la mejor manera de evitar los contagios y los brotes que nos pueden hacer retroceder. Esos precedentes, aunque hayan sido puntuales, exigen una llamada a la responsabilidad individual, también colectiva, ante el inmediato horizonte de festividades en la mayoría de las localidades de Navarra y la CAV durante los meses de julio y agosto y el riesgo a que actitudes similares se reproduzcan pese a la prudencia institucional en la suspensión este año de la mayoría de los festejos. Navarra, según recordó ayer la Consejera de Salud Santos Induráin, vive una situación "frágil pero estable" en cuanto a contagios de covid-19, con tres nuevos casos en las últimas horas. Por ello lanzó un mensaje contundente y unitario de responsabilidad para no celebrar desde el próximo 6 de julio los Sanfermines, suspendidos oficialmente, porque "tras todo chupinazo viene un Pobre de Mí". Dicha responsabilidad, además, no se ciñe únicamente a determinado colectivo o franja de edad, en este caso la juventud aunque por estar siempre más dispuesta a la celebración sea preciso extremarla en su caso. Las actitudes imprudentes en cuanto a distanciamiento social e higiene preventiva se extienden a numerosas actividades de ocio, no necesariamente ligadas a festividades concretas, como se ha podido comprobar también en la afluencia a las terrazas, el aforo de los establecimientos de hostelería o la aglomeración en las playas y alguna zonas de montaña. Y no se trata solo de que las instituciones extremen el control, que también, sino de la comprensión unánime de que esas actitudes irresponsables, por acotadas en tiempo y espacio que estén, conllevan un riesgo cierto de transmisión del virus y, peor aún, de que dicha transmisión implique un mayor complejidad de control que en el caso de los contagios en grupos familiares o socialmente reducidos. Sin duda, es un tema sanitario, pero es al mismo tiempo un tema social y económico en el que la sociedad se juega mucho. Mantener las medidas sanitarias cuesta muy poco, el coste de retroceder sería muy alto.