amplona y su Comarca concentran el 59% de la población de Navarra, un fenómeno que arrancó a partir de la industrialización, que no ha adquirido las dimisiones de otras zonas despobladas del resto del Estado, pero que ha ido creciendo progresivamente. La concentración de población en el perimetro urbano de la capital (59% de la población navarra) y en otras grandes ciudades como Tudela, unido al imparable proceso de envejecimiento en las zonas rurales y un menor saldo migratorio, ha acelerado el proceso de despoblación y con él un mayor desequilibrio territorial. Revertir esta situación para garantizar la cohesión social y extender al conjunto de la ciudadanía la igualdad de oportunidades es uno de los retos que tiene entre manos instituciones y sociedad civil. Son muchas las iniciativas que se han puesto en marcha desde el Gobierno foral y también desde los ayuntamientos para ofrecer alicientes en materia de vivienda, conectividad, trabajo, innovación social (iniciativas como la Uber rural) y comunicaciones, así como ayudas específicas a quienes apuestan por vivir en un entorno rural. También las asociaciones y colectivos que han trabajado por dinamizar zonas como el Pirineo han sabido doblegar las agendas políticas en un momento de oportunidad pero también de riesgo con iniciativas controvertidas desde el punto de vista empresarial como las que tienen que ver con proyectos mineros o la implantación de nuevos parques solares y fotovoltaicos en entornos rurales. DIARIO DE NOTICIAS abre hoy un debate con diferentes agentes políticos, sociales y económicos sobre el fenómeno de la despoblación y sus desafíos para Navarra y para el conjunto del Estado. Son muchas las personas que viven y trabajan en zonas desfavorecidas y que reclaman una discriminación positiva. Espacios como el Pirineo y otras áreas montañosas de la merindad de Sanguesa, Montejurra o Zona Media, las más castigadas, son reflejo de las políticas que se han venido implantando durante muchos años y también del deseo de la población de vivir en entornos urbanos mejor dotados en servicios. La pandemia ha supuesto una oportunidad de oro para poner en valor nuestros pueblos y sus valores naturalísticos, culturales, también como reclamo para las nuevas generaciones. Con la despoblación perdemos todos también en el espacio urbano que, como ocurre en las grandes ciudades, son cada vez más contaminantes y generan mayores desigualdades sociales en algunos barrios.