Entre la indignación fingida y el choteo, la prensa de orden glosa la cobra de último minuto que el rey marroquí le ha hecho a Pedro Sánchez.

Mohamed VI desprecia las concesiones de Sánchez y le deja plantado en Rabat”, se mesa los cabellos ABC en primera. El editorialista cambia del vetusto diario el plantón por el desplante y titula su pieza “Desplante de Mohamed VI”. En la letra pequeña, el lamento y la caraga de profundidad: “La cortesía diplomática es imperativa en cualquier país que ejerce de anfitrión. Por este motivo, esta falta de atención supone un agravio a la delegación española. Este desdén exhibe, sin embargo, algunas debilidades de nuestro Ejecutivo en la gestión de las relaciones con nuestro país vecino y demuestra que la colección de concesiones que se han venido sucediendo en los últimos meses ha resultado del todo infructuosa”.

"Sánchez ha quedado como esos porteros de fútbol que salen con mucho ímpetu a por la pelota y acaban haciendo el molde con las manos

Ignacio Camacho (ABC)

También en la cabecera madrileña de Vocento, Ignacio Camacho tiene una versión mucho más directa de lo sucedido: “Se llama plantón. Desaire, esquinazo, feo, menosprecio. Incluso humillación, ampliando el campo de los sinónimos. La RAN (Reunión de Alto Nivel) con Marruecos se ha quedado en nivel medio rayando en bajo, y Sánchez como esos porteros de fútbol que salen con mucho ímpetu a por la pelota y acaban haciendo el molde con las manos. Es lo que pasa cuando te sometes demasiado, que te toman por el pito del sereno y te dejan con cara de pasmo”.

Mohamed VI no recibe a Sánchez y empaña la cumbre”, enuncia La Razón en primera. Un titular de lo más modosito. En el editorial el dedo señala a la Moncloa: “No es cuestión de culpar a Rabat, que actúa con una constancia encomiable en defensa de sus intereses, sino de constatar que es en Madrid, en el seno de un Gabinete incapaz de coordinar una posición común ante un asunto tan capital como es el mantenimiento de las relaciones con nuestro vecino del sur, donde se encuentra el problema”.

En el recién rediseñado El Mundo, el titular de primera es “Mohamed VI exhibe fuerza sobre España con su plantón a Sánchez”. Eso nos lleva a una profusa información sobre la llamada Reunión de Alto Nivel y su contexto. Lo llamativo es que el editorial va por otros derroteras. De la opinión sobre el asunto se encarga Leyre Iglesias, que coge el rábano marroquí por las hojas catalanas: “Lo último ha sido el plantón del rey de Marruecos en la Reunión de Alto Nivel entre ambos países. El presidente no se lo merecía. Pero sabrá perdonar. Igual que Cataluña es hoy un ejemplo de convivencia, Marruecos es ahora un país en el que se respetan los derechos humanos, el periodismo se ejerce con libertad y las fuerzas del orden actúan de forma impecable. Una mujer progresista nacería en Rabat en vez de en Madrid si esto pudiera elegirse”.

El opinatero de Libertad Digital Pablo Planas se apunta igualmente al cóctel y mete en la misma pieza al rey alauí y a cierto prófugo. “Mohamed y Puigdemont”. He aquí el tirabuzón: “Los desplantes marroquíes son uno más de los múltiples ejemplos de la irrelevancia internacional de España, al igual que los insultos de los sátrapas latinoamericanos o la actitud entre condescendiente y hostil de la mayoría de los Estados de la Unión Europea. De ahí, por ejemplo, que Puigdemont campe a sus anchas por Bélgica y Francia y que jueces belgas y alemanes negaran a España su extradición”.

"¿Por dónde tiene Mohamed agarrado a Sánchez?"

R. Pérez-Maura (El Debate)

En El Debate, Ramón Pérez-Maura encabeza su descarga con una pregunta: “¿Por dónde tiene Mohamed agarrado a Sánchez?”. En la columna de al lado, Luis Ventoso sigue con la mofa y befa: “Para que la cita tenga pote, Sánchez acude con una tropa de doce ministros (menos los comunistas, que pasan). Pero el Metternich de Tetuán vuelve a cubrirse de gloria. Resulta que Mohamed VI, en un gesto de displicencia hacia Sánchez, ni siquiera está en Marruecos. Lo más que logra nuestro Rufus T. Firefly es que el monarca marroquí se le ponga al teléfono unos minutos en la víspera de la cumbre, quien sabe si hablándole desde una hamaca”.