Es una verdadera pena que quien debiera dedicar su tiempo a resolver los dramas acuciantes de las familias y las emergencias sociales tenga que verse obligado a pasarse la vida desdiciendo a las lenguas viperinas. Pablo Iglesias y compañía podrán decir una y mil veces y en mil idiomas que condenan la violencia. Sin apellidos. Toda. Y que defienden a capa y espada los Derechos Humanos. Todos. Sin distinción. Alto y claro. Y aun así dará igual. No hay más sordo que el que no quiere oír. Menos todavía cuando hay muchos privilegios, muchos cortijos y mucho poder y dinero en peligro. Era de esperar. Todo sobre el guión previsto. This is Spain.