¿Le interesa a UPN renovar su coalición con el PP para las elecciones generales de abril? Y más aún, ¿le interesa extender esa fórmula de coalición a las elecciones forales y municipales de mayo? Mucha ilusión a sus dirigentes no parece que haga ese paso. Al menos si se ven los rostros de la dirección que encabeza Esparza en la foto que la propia UPN publicó en las redes sociales para anunciar el acuerdo del Consejo Político avalando las listas conjuntas en esas tres citas electorales. Parecía más bien la foto de una derrota. Y quizá por eso, porque esa una decisión controvertida internamente -lo reconocía el propio Esparza-, Sanz se borró de la foto dejando en evidencia su disconformidad. Como mucho, es una huida hacia adelante más desesperada que eficaz. De hecho, hace apenas dos meses rechazó la propuesta del PP de ir juntos a las generales alegando que era una idea desesperada para salvarse del desastre. Y ahora la ha aceptado extendiéndola al Parlamento foral y municipios. Esparza se ha visto obligado por las perspectivas electorales que le anuncian las encuestas con un nuevo retroceso de escaños en mayo. Quizá la coalición con el PP le permita maquillar en parte el resultado en las urnas, pero tiene un alto coste político y social. A falta de conocer las condiciones finales de esta nueva alianza entre UPN y PP -la misma que mantienen desde 1991-, le aleja del PSN. Quizá definitivamente, por cuanto está formado con el objetivo indisimulado de echar al PSOE del Gobierno central e intentar extender la fórmula del frente de derechas de PP y Ciudadanos con los ultras de Vox de Andalucía a Navarra. Pero también valora que una lista con el PP en Navarra, más allá del coste que pueda tener asumir la imagen política de la corrupción y del discurso cada más centralista y antiforalista del PP, puede limitar las posibilidades electorales del efecto Ciudadanos y Vox. Una competencia entre perdedores. También deja entrever que Esparza da por perdido el Gobierno de Navarra en mayo y antepone su propia supervivencia política a cualquier otra estrategia de UPN. Pero la realidad es que esta coalición en Navarra salpica muy malamente a UPN. Se ata a sus propias siglas el lastre de la corrupción del PP y asume el perfil de un tipo decadente -y posiblemente con un tiempo político muy corto- como Casado como candidato. Por no hablar del papelón de salvavidas de una política como Ana Beltrán, que ha llevado al PP de Navarra a tener pie y medio fuera del Parlamento y de la mayoría de los ayuntamientos navarros. Poca ganancia política, más allá de la personal de Esparza, se ve en esta decisión.