se escucha o se lee mucho esa idea de que la política está alejada de los ciudadanos. Y no creo que sea la política como tal, sino determinadas agendas políticas. Ayer, el Congreso celebró la primera sesión de control al nuevo Gobierno d PSOE y Unidas Podemos y el tema estrella en el debate y en los medios fue Venezuela, que como todos sabemos es la principal preocupación actual de la sociedad española. Un ejemplo claro de que la agenda política de las derechas cada vez tiene menos que ver con los intereses reales de las personas y más con sus estrategia insistente en la información basura. Otro. El martes se debatió en el Congreso la proposición de ley que regulará el derecho a una muerte digna. Tuvo un amplio apoyo político en la Cámara y solo las fuerzas de derechas se opusieron, desde el PP y Ciudadanos a UPN y Vox. En ese debate, un diputado del PP, un tal Echaniz, acusó a los impulsores de la legislación de intentar evitar el coste social del envejecimiento. Esto es, que se abre la puerta a la muerte de las personas mayores para ahorrar costes en la atención sanitaria y dependencia. Es infame, sí. En la línea habitual. Lo dijo además el diputado que fue ex consejero de Sanidad en Madrid con Aguirre y que desmanteló y devaluó los servicios públicos sanitarios, incluida la oncología infantil. Todo en orden. Que UPN, en Navarra Suma, se alineara con esas posiciones cuando fue la gestión de recortes del último Gobierno de Navarra que dirigió entre 2011 y 2015 la que llevó los niveles y la calidad a la sanidad pública foral a sus mínimos históricos es otra garantía más de que su tiempo en la oposición se sigue alargando en un horizonte cada vez más lejano. Todo esto es pasado y viejo. Interesa vivir y vivir mucho, pero se trata de vivir estando vivos, no de estar vivos sin vivir la vida. Es ineludible abordar desde la política una avance legislativo que garantice a las personas el derecho a una muerte digna. Que invista de dignidad la determinación de dejar de vivir, la decisión individual de quien decide no seguir viviendo en unas circunstancias de sufrimiento personales, familiares, sociales o económicas inhumanas. La política ya llega tarde también a esta demanda social. Una vida digna exige también una muerte digna.