Cualquier otro día hubiéramos abierto el periódico con los datos del Covid (la ocupación hospitalaria se duplica en un mes a nivel nacional y, en el caso de Navarra, hemos pasado de 84 a 134 ingresados en apenas una semana) pero ayer estábamos más pendientes de los milagrosos roces de las astas de los Fuente Ymbro y de aprender de la contagiosa vitalidad de Ángel Etxeberria del Bronce, además de pillar sitio para el almuerzo pendiente con una de las veinte cuadrillas a las que no ves en años, de conseguir una entrada en la reventa de los toros para amigas llegas de fuera, y de salir a tiempo del curro para ducharte, comer algo y poder ver a Doctor Deseo en los Fueros. Convivimos con el bicho y los que ya lo pasamos meses atrás parece que hemos perdido miedo a las nuevas subvariantes o preferimos mirar a otro lado y esperar a que terminen las fiestas. En realidad bailar, beber y fumar nos ayudan a esquivar o matar cualquiera de los virus que deben circular por la ciudad. La salud mental también es necesaria. Comparto, como asegura la consejera Induráin, que es compatible divertirse con que las personas vulnerables mantengan las medidas preventivas. Lo haremos, pero si nos vamos a volver a contagiar tarde o temprano, mejor que al menos sea con una cerveza en la mano.