Cuarto menguante: Ana Beltrán, diputada en el Grupo Popular del Congreso. Electa por la lista de Madrid (2019), tras haber cautivado a Pablo Casado con la hombrada de una visita al cuartel de la Guardia Civil en Alsasua y su exposición mediática a un pequeño incidente sanferminero en la plaza Consistorial. Con el 5 a la espalda, jugó a escaño ganador. Presidenta del PP de Navarra desde 2017, los últimos tiempos con teletrabajo e incumplimiento de estatutos. Ahora, renuncia a competir por el cargo. El nuevo líder del PP le apartó de la vicesecretaría de organización y queda como vocal raso territorial en el nuevo Comité Ejecutivo Nacional. La cosecha política se le parece haber avinagrado como la solvencia económica del grupo vinícola familiar del que fue directora gerente durante dos décadas, deudor crónico de la Hacienda foral.

Cuarto creciente: Amelia Salanueva, senadora por Navarra Suma como miembro del PP. Su tercera etapa en la Cámara Alta (UPN-PP) (2004/08; 2011/15), en tres décadas de nómina política: concejala en Estella (1991-95), parlamentaria foral (1995-2004) y consejera de Gobierno (2009-2011). Un error (apoyo a Alberto Catalán frente a Barcina/ 2013) y una derrota (frente a Esparza para la presidencia de UPN/2015) y utilizó el puente de plata al PP presidido por Ana Beltrán. A la sombra de Javier Maroto, castellanoleonés de conveniencia, senador autonómico, desempeña la secretaría general del Grupo Popular en el Senado. Ha pactado candidatura conjunta para dirigir el PPN a partir de diciembre. Principal y apremiante desafío: encajar una sólida oferta electoral de derechas en un enjambre poliédrico de supremacías, frustraciones y transfuguismos. En contra de la teoría de IDA, en Madrid se encuentra a muchos ex. Ana y Amelia son quintas del 66. En cualquier fase de su luna política, ambas aspiran a un eclipse total: el del vasquismo en Navarra. Su lengua y sus aspiraciones políticas. Suspenso en geografía humana.