Escribo, como tantos otros, para mostrar mi queja y desacuerdo ante las últimas oposiciones de maestro. Las irregularidades previas al examen ya han sido expuestas, así como el malestar provocado por los bajísimos resultados generales y su consecuente repercusión social (infravalorando nuestro gremio). Pero con esta carta quiero expresar otro aspecto a mejorar: la falta de inclusividad y consideración. He trabajado todo el curso en un centro de los llamados inclusivos, que fomentan la integración y participación del alumnado y en la que, como se recalca en todas las reuniones y formaciones, se debe adaptar la escuela a las necesidades específicas de cada estudiante. Ahora bien, a la hora de evaluarnos volvemos al sistema tradicional más puro, el que sabemos, gracias a la experiencia y a estudios, que no funciona para el conjunto de las personas. Nos establecen dos momentos de dos horas para que expulsemos los conocimientos requeridos. ¿Dónde queda la adaptación al evaluado? Sólo conozco casos de flexibilidad en el examen hacia madres lactantes. Embarazadas, personas lesionadas o con enfermedades comunes, por no hablar de opositores con situaciones familiares complicadas, como la enfermedad o defunción de un familiar reciente a la fecha, deben hacer los exámenes igual que el resto.

Y luego estamos las personas que por una discapacidad mayor al 33% nos presentamos a las llamadas plazas reservadas, un 10% del total. De las 47 plazas disponibles solo 2 se han cubierto. ¿Dónde está la inclusión laboral? En mi opinión hay un claro factor determinante, la desconsideración por parte del departamento de Educación.

Personalmente no entiendo por qué a todos los que optábamos por la reserva de plaza nos han señalado tanto. Primero, cualquiera que mire las listas sabrá que Fulanito Gómez opta por una plaza de reserva, o lo que es lo mismo, dispone de una discapacidad mayor al 33%. ¿Dónde queda la protección de datos? Segundo, nos han colocado a todos los de reserva los primericos del primer tribunal. Por si señalarlo en las listas no era suficiente, nos hacen desfilar delante del resto de opositores en un puesto que no nos corresponde por apellidos. Miradas curiosas no faltaban mientras entrábamos y esperábamos a que el resto de opositores fueran llamados, como si los nervios propios del examen no fuese suficiente, encima te sientes juzgado sientes que se preguntan: ¿qué le pasará para que opte a las plazas reservadas?

Y por último está la falta de oportunidades. Este año hemos tenido la mala suerte de que el tribunal 1 de educación primaria, donde estábamos los 13 que optábamos a las 7 plazas de reserva, es el tribunal con menor número de aprobados de la primera parte (junto con el tribunal 15) y con las notas más bajas (la mejor opositora no llega al 7,5 de media en los exámenes). Cabe destacar que solo aprobaron 6 opositoras la primera prueba, de las que ninguna optaba a las de reserva. Un solo tribunal nos tumba a todos de un plumazo. Por eso me planteo cuál es la necesidad de colocarnos a los de reserva en un mismo tribunal. De esta forma se reducen las posibilidades de completar las plazas reservadas, nos niegan la oportunidad de estar distribuidos en otros tribunales más benevolentes como tienen el resto de opositores, se nos señala y nos marca no solo ante el resto de opositores, sino también ante el tribunal. Yo por mucho que lo he pensado, no encuentro ningún beneficio, es más, lo considero una discriminación por parte del departamento.

Espero que para futuras oposiciones se avance en el sistema evaluador, pero mientras tanto pido que a los que nos presentamos a las reservas de plaza al menos nos permitan disputar las plazas en igualdad de condiciones que el resto. Con examinarme en el tribunal que por apellido me corresponde me parece suficiente.

En nombre de la Plataforma de Interinos Docentes de Navarra / Nafarroako Irakasle Interinoen Plataforma PIDNA-NAIP