Mi amatxi (que murió con 91 años) siempre decía que el mejor invento había sido la lavadora. ¿Por qué la lavadora y no la televisión, por ejemplo? Esta mujer nació en 1904 en un pueblecito de la montaña navarra, allí se vivía como se había vivido desde siglos. Las calles no estaban ni siquiera empedradas, no había luz eléctrica, no había agua corriente en las casas, no había coches en sus calles? Para lavar la ropa había que hacerlo en cubos donde se llenaba de agua y ceniza y se hervía para luego aclararlo en el río o en el lavadero. Un trabajo durísimo, de hecho el día que tenían colada las mujeres comían más. En su larga vida vio cómo se pasaba de un modo de vida casi medieval a la modernidad más absoluta. Del lavado en el río a la lavadora en casa, de lavarte cuando no quedaba más remedio con agua fría a la ducha diaria caliente en el cuarto de baño, de no salir del pueblo a la movilidad total, de no tener más noticias que las del entorno a la radio, a la televisión, al teléfono?

Pero que ella mostrara una constante fascinación por lo que había evolucionado la sociedad lo vemos como algo natural en nuestro contexto. Sin embargo, que unos niños saharauis hoy en día muestren un asombro que les lleva al embobamiento por ver girar una lavadora, por ver salir agua del grifo o con un frigorífico, nos demuestra que estamos en el paraíso terrenal para el resto del mundo. Martín Monreal celebró el ascenso de Osasuna a Primera División dando una rueda de prensa en uno de los áticos más altos de Pamplona como homenaje a su padre fallecido antes de poder ver la gesta. Quería estar lo más cerca del cielo, lo más cercano de su padre. Una bella metáfora del ático del paraíso que está a las puertas del cielo.

La pregunta que se nos olvida hacernos es ¿cómo hemos llegado al paraíso, qué dificultades hemos tenido que vencer, cómo hemos conseguido construirlo? Porque para mucha gente, cada vez más, este tipo de vida le parece que siempre ha sido así? Lo que la gente olvida (y el olvido nos lleva a tropezar una y otra vez en la misma piedra que nos hiere) que en este país mi amatxi estaba hace tan solo 100 años, cuando tenía la edad de ese niño saharaui, como lo está él ahora. Pasar de una sociedad rural feudal a una sociedad de la era digital no ha sido porque sí, ni tampoco porque unos científicos hayan revolucionado todo con sus inventos. Esto ha sido tan solo una pequeña aportación, importante, pero que sola no habría sido capaz de transformar los estamentos de aquella vieja sociedad. En estos 100 años han acontecido 2 guerras mundiales junto a un holocausto en Europa, una guerra incivil seguida de una durísima dictadura en España, y en estos últimos 44 años ha habido solo en España 14 huelgas generales más todas las huelgas, manifestaciones, paros, etcétera que se han ido produciendo sectorialmente para defender los derechos de la clase trabajadora.

Todo el estado del bienestar que ahora disfrutamos es fruto de la lucha, nadie nos ha regalado nada. Una lucha llevada en varios frentes: el sindical con sus peticiones de mejoras de las condiciones laborales; el cultural-formativo impulsando desde las universidades y los centros de formación el acceso universal a la formación y consiguiendo avances en las dotaciones culturales y colegios públicos; el social desde el asociacionismo que ha reivindicado el valor de los derechos y servicios sociales, generando cohesión social, minimizando la exclusión y la pobreza; el feminismo poniendo como demanda la igualdad real de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres; el político cambiando leyes, modernizando las infraestructuras, adecuándonos a la normativa europea; el ecologismo denunciando la contaminación del entorno, oponiéndose a la energía nuclear, exigiendo energías limpias y poniendo en valor el reciclaje; el artístico abriendo a nuevas expresiones a nuevas miradas, expandiendo la mente desde lo local a lo universal; el científico con sus investigaciones e inventos, mejorando nuestra salud, nuestro día a día. Podría seguir y seguir porque los frentes han sido y siguen siendo múltiples y diversos, cada uno desde su puesto y situación. Es una batalla continua y diaria, esto es lo que parece que se nos olvida, no podemos dejar de luchar y empujar para que esta sociedad sea el paraíso soñado.

Viendo la última película de Amenábar, Mientras dure la guerra, uno se estremece ante la barbarie, la exaltación fascista de la gente que nos rodea, y no puedo dejar de recordar unas palabras de Rosa María Artal, “la democracia, toda tu vida, se puede ir al traste en un momento, en cualquier momento” y cómo el miedo a perderlo todo lleva no a la reacción y a salir a la calle y organizarse sino “que aceptan la merma de sus derechos a cambio de cierta protección”. Acabo con una frase de Bertolt Brech: “Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero los hay que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles”.