l golpe de Estado, julio de 1936, además de tener consecuencias infaustas de todo tipo, supuso el surgimiento de comunidades diferenciadas en la sociedad civil, tanto en Navarra como en el Estado, a causa de la política depuradora de los sectores sublevados. Una de ellas, la de los afectos y desafectos al régimen franquista. Otra, compuesta por los caídos propios, y por los represaliados.

En Navarra los golpistas implantaron una dinámica implacable, asentada sobre la disyuntiva amigo/enemigo, propia de ejércitos de ocupación. Recuerda Peter Anderson -¿Amigo o enemigo? Ocupación, colaboración y violencia selectiva en la guerra civil española, Granada, Comares, 2017-, que dividir la población ocupada entre amigos o enemigos fue el principal proceso de los golpistas para controlar y dominar a la sociedad, facilitando "el castigo o la recompensa de forma meticulosamente calculada", siendo "necesario contar con información pormenorizada del pasado de gran parte de la población" que "solo pudo ser recabada gracias a la crucial colaboración de miembros de la sociedad". La distinción entre amigo o enemigo se hizo gracias a "una ingente cantidad de información biográfica que sólo pueden proporcionar los vecinos de los sujetos investigados".

Así fue en Navarra. La limpieza política, realizada por carlistas y falangistas a las órdenes de los militares, tuvo la lógica de un ejército de ocupación que diferenciaba entre amigos y enemigos para arrasar cualquier resistencia.

La Junta Central de Guerra Carlista, que ejerció esta política de ocupación, contó con un experto en la incautación de documentos para labores represivas. Marcelino de Ulíbarri y Eguílaz, curtido en la dirección de la represión en Navarra, asumió desde mayo de 1937 varios puestos en el nuevo estado franquista reprimiendo la masonería y el comunismo. En 1938, sería responsable de la dirección de la Delegación del Estado para la Recuperación de Documentos. Este órgano instauró una metodología científica para incautar documentos, empleada en Navarra y en la conquista de los nuevos territorios. Con esa documentación, Ulíbarri organizó el archivo de Salamanca que, según el periódico falangista pamplonés Arriba España (11.8.1938), contaba ya con "un fichero de más de un millón de fichas". En ese archivo, trabajaron muchos navarros de confianza de Ulíbarri: de sus 397 trabajadores hasta 1944, 88 eran de Navarra y el 53,6 % de los conocidos, carlistas. Varios navarros formaría parte de la media decena de las Brigadas de Recuperación de Documentos en las zonas conquistadas. El más conocido, luego afamado jurista tudelano, fue Francisco Salinas Quijada.

En Escolapios, se encontraba la Jefatura de Requetés que ejecutaba la limpieza política, acompañada por la policía secreta de los carlistas y un tercio de segunda línea integrada por cincuenta miembros especializados en funciones represivas (el Tercio Móvil) y la cárcel controlada por aquellos. Esta organización estuvo dirigida por Esteban Ezcurra Arraiza (con rango de capitán) y sus lugartenientes Benito Santesteban Martínez y Vicente Munárriz Sanz de Arellano (tenientes). Jaime del Burgo Torres sustituiría al primero, durante una decena de días, en octubre de 1936, coincidiendo con la saca de Monreal.

A sus órdenes trabajaban tres policías secretas del Requeté: Jaime Larrea Zufía, Ángel Sagardia Carricaburu y Miguel Goñi Aparicio. El andosillés Jaime Larrea, tras la unificación de abril de 1937, dirigió el Servicio de Información e Investigación de la FET de las JONS, siendo el autor y firmante de incontables informes sobre personas de cualquier condición, tanto de los involucrados en actividades políticas, dirigentes o simples militantes de base, izquierdistas y nacionalistas. Los informes generados por Larrea, con datos que solo podían recabarse mediante aportaciones de los responsables locales del partido y de vecinos corrientes, fueron incalculables. En 1945, Remigio Múgica Gorricho, hijo del director del Orfeón Pamplonés y destacado activista requeté, junto con alguno de sus hermanos, a las órdenes de Jaime del Burgo, sería nombrado delegado provincial del Servicio de Información de FET y de las JONS.

Los responsables de la Sección de Investigación e Información de la Falange eran Ángel Lostao Itúrbide y Francisco Uranga Galdiano. Lostao era procurador de tribunales. Falleció en diciembre de 1937. Francisco o Paco Uranga era ingeniero agrónomo desde 1928 por la Universidad de Madrid y profesor en la Escuela de Peritos Agrícolas de Villava. Hijo del terrateniente Miguel Uranga Esnaola, influyó en el asociacionismo patronal agrario de la provincia. Representó a la Federación Católico-Social Navarra en diversas organizaciones agrarias durante la República, siendo entre 1936 y 1943 vicepresidente de la Federación Agro-Social de Navarra. Formaba parte en 1932 del consejo de administración de la empresa editora de Diario de Navarra, figurando como secretario. Fue uno de los primeros falangistas en Navarra, con el carné número 2, participando en las primeras reuniones que, para la constitución de la Falange en Navarra, se hicieron en la sede de dicho periódico en el verano de 1933, con algunos jonsistas, afincados en Tierra Estella, y colaboradores o personas importantes del organigrama de Diario de Navarra, como el sacerdote Fermín Izurdiaga, Jesús Irujo y Pedro Uranga. En ellas, decidieron impulsar un movimiento de tipo fascista pero genuina y esencialmente católico y español. En noviembre de 1933, constituida oficialmente la Falange, Francisco Uranga participaría en otras reuniones en las mismas oficinas de Diario, con el estellés Julio Ruiz de Alda, número dos del partido a nivel estatal, y a las que también asistieron Izurdiaga y Pedro Uranga, y Luis Ortega, persona importante en el staff empresarial y editorial del periódico. Posteriormente, Francisco Uranga Galdiano, en marzo de 1935, dio la primera charla del ciclo de conferencias formativas, organizado por la jefatura provincial navarra, en la que habló sobre estado totalitario y autonomías regionales, reivindicación de la catolicidad y del espíritu tradicional de España. Fue el único falangista de peso que intervino al mes siguiente en el primer mitin de dicho partido en tierras navarras, fuera de la capital pamplonesa, en San Adrián, siendo detenido y encarcelado en abril de 1936 junto con otros cabecillas falangistas. En los primeros meses de 1937 fue secretario provincial de Falange.

Firman este artículo: Fernando Mikelarena, Víctor Moreno, José Ramón Urtasun, Carlos Martínez, Clemente Bernad, Orreaga Oskotz y Txema AranazMiembros del Ateneo Basilio Lacort

El golpe de Estado de julio de 1936 supuso el surgimiento de comunidades diferenciadas en la sociedad civil

En Navarra los golpistas implantaron una dinámica implacable, asentada sobre la disyuntiva amigo / enemigo, propia de ejércitos de ocupación