El 11 de marzo conmemoramos en Europa el día de las víctimas del terrorismo coincidiendo con el aniversario del mayor atentado terrorista sobre suelo español: el ataque yihadista de Madrid en 2004 que dejó el horroroso balance de 193 personas asesinadas y alrededor de 2.000 heridos. Nuestro recuerdo, nuestro reconocimiento y nuestro afecto están hoy especialmente con ellas y sus familias.

Es también una fecha para el recuerdo y homenaje a todas las personas que han sido asesinadas, antes y después incluso de ese fatídico día. Fulminadas por el fanatismo radical ideológico, religioso o nacionalista, identitario y, en cualquiera de los casos, excluyente. También, por supuesto, a los heridos, mutilados, extorsionados y transterrados como consecuencia de la actividad terrorista.

No hace falta recordar –¿o sí?– dentro del marco de esta conmemoración que el mayor balance de asesinados por actividad terrorista en toda España, con más de 850 personas, y también en Navarra (42) tienen el marchamo de la banda terrorista ETA. Así como un incontable número de esos heridos, extorsionados y transterrados por su causa.

Desde nuestro nacimiento como asociación hemos tenido como objetivo hacer llegar a la sociedad nuestro testimonio, como supervivientes a la barbarie, de lo que lo que nos ha tocado vivir y hacer un esfuerzo para transmitir ese horror de nuestro pasado reciente a las nuevas generaciones con el afán de la no repetición. Para nosotros es imprescindible que todos conozcan nuestra historia. Dolorosa, sí. Desagradable, sí. Incómoda, también. Pero es absolutamente necesario transmitirla en toda su cruda realidad si lo que pretendemos es construir en un futuro, una sociedad justa, libre de odio y respetuosa con las ideas y posiciones de los demás. Un futuro alejado de la violencia y del terrorismo donde el diálogo venza a la imposición. Un futuro distinto al pasado que a nosotros nos ha tocado vivir y que algunos están interesados en olvidar. Por eso es necesario que se conozca la verdad, porque a las generaciones actuales les resulta inconcebible que hayamos pasado por esto. No entra en sus esquemas y hay que hacérselo entender. Olvidarlo, además de injusto sería enormemente peligroso; y explicarlo, contarles que hasta hace apenas 10 años aquí se mataba de forma sistemática por causas ideológicas es necesario, por justicia y, sobre todo, como herramienta para evitar el blanqueo de la banda terrorista ETA.

De hecho, esa fue y es una de las principales razones de nuestra existencia como asociación: contrapesar los entonces incipientes movimientos de normalización de posturas que hasta entonces eran inaceptables y que hoy en día nuestros propios gobiernos insisten en intentar concederles carta de naturaleza.

ETA dejó de matar hace 12 años, pero su brazo político sigue en activo. Ese órgano integrado en EH Bildu ha devenido en imprescindible para la gobernabilidad de España y de Navarra. Y han sido aceptados como iguales en el ejercicio de la democracia sin haber dado los pasos requeridos para ello: no solo no reniegan públicamente de la violencia y reconocen que matar estuvo mal –como quedó claro en el clamoroso silencio de Bakartxo Ruiz ante la pregunta de Consuelo Ordóñez en el Parlamento de Navarra–, sino que siguen nutriendo sus filas de parte de esos héroes que tiraban o mandaban tirar del gatillo. Pretenden una impunidad total de los presos que quedan encarcelados y promocionan homenajes a los excarcelados, exaltando su pasado violento tratando de dignificar sus acciones. No son presos políticos, son terroristas convictos.

Los homenajes a las víctimas del terrorismo son gratificantes e importantes para la memoria, una de las palabras fundamentales de nuestro lema. Pero mucho más importante que esas flores y esos homenajes, algo fundamental para nosotros, es la ejemplaridad. La lucha contra el terrorismo, la lucha por nuestros valores de “verdad, memoria, dignidad y justicia” es una labor del día a día; no es algo que se pueda ejercer en fechas concretas y a conveniencia, y guardar después en el armario. Las víctimas del terrorismo de ETA no podemos sentirnos cómodos con quienes amparan a los que fueron causa de nuestra condición. Ni con quienes les admiten como iguales sin dar los pasos necesarios para ello. Resulta chocante que alguien no lo entienda.

Nosotros seremos críticos y estaremos enfrente de quien suponga un obstáculo para la consecución de nuestros objetivos, sea del partido político que sea. Y está claro que asociarse o apoyarse en quienes son causa de nuestra condición de víctimas supone un obstáculo insalvable.

Se acerca una nueva campaña electoral y además en un momento político de especial crispación.

Pedimos a los partidos políticos que sean ejemplares en sus acciones y también en el tratamiento de nuestra causa, que es o debería ser la de todos. Nuestro dolor no es patrimonio de nadie sino de España entera. De todo un país, que es el que fue atacado en la persona de nuestros representados, asesinados, heridos y extorsionados. Y son los representantes de este país que estuvo contra las cuerdas, pertenezcan al partido que pertenezcan, quienes deben velar por nuestros intereses. En el día europeo de las víctimas del terrorismo les pedimos de nuevo ejemplaridad y respeto por nuestra causa, tanto en campaña electoral como en el ejercicio de sus responsabilidades de gobierno.

A la ciudadanía en general queremos mostrarle nuestro agradecimiento y convocarles el sábado, día 11, a que, a lo largo de la jornada, a través de una pequeña ofrenda floral, de una oración, de un instante de recogimiento y meditación frente al monumento de la Plaza de la Constitución, muestren su cariño y respeto a todas las víctimas del terrorismo. Pero, especialmente, a todos los que fueron nuestro escudo y a quienes debemos hoy gran parte de la libertad que disfrutamos.

Firman este artículo: Pilar Ollo Luri, Julio Vidaurre Ruiz, Mª Paz Prieto Sáenz de Tejada, José Ignacio Toca López de Torre, Luis Álvarez Atarés y María José Moral García

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