La iniciativa de construcción del aparcamiento de la calle Sangüesa tiene su origen en una demanda vecinal de 2008 para construir una infraestructura de ese tipo en la avenida de Galicia y que finalmente no fraguó.
En 2023, 15 años después, el Ayuntamiento pretende resucitar aquella iniciativa trasladándola a la calle Sangüesa y justificando su necesidad en aquella solicitud de 2008.
En ese periodo de tiempo el contexto ha mutado radicalmente: hoy día estamos inmersos en un proceso de elevación de la temperatura media del planeta.
En paralelo a dicho proceso, y condicionado por él, la cultura de la movilidad urbana ha entrado en una fase de permanente transformación en la que el coche privado va perdiendo el papel hegemónico que en 2008 ostentaba. Su protagonismo se lo discuten cada vez más opciones alternativas, más ágiles y más acordes con la necesaria reducción de emisiones de CO2 en las ciudades: bicis (tanto convencionales como eléctricas) y patinetes, así como normas restrictivas tanto de velocidad como de acceso a ciertas zonas del centro de las ciudades hacen del coche una opción cada vez más inapropiada para desplazarse en el ámbito urbano.
Este panorama comienza a tener su reflejo en los comportamientos sociales: en los últimos cinco años, la matriculación de coches en Navarra no ha hecho más que descender, pasando del pico de 13.523 en 2018 a los 6.329 de 2022 (menos de la mitad), siendo además esta cifra la más baja desde 2011.
Si pese a lo dicho, el Ayuntamiento sigue considerando que es urgente dotar al vecindario de más plazas de aparcamiento, bastaría con reordenar los usos de la actual red de aparcamientos circundantes para que de forma inmediata (y no tras dos años de unas obras que, por su magnitud, alterarían completamente la vida en el entorno de la plaza de la Cruz) pudieran dar respuesta a la supuesta imperativa demanda de plazas de aparcamiento.
Los aparcamientos de Blanca de Navarra, Plaza de Toros, Plaza del Castillo, Estación de Autobuses y Avda. Carlos III ofrecen 3.144 plazas de las que 1.406 (44,76%) son para residentes. Un incremento de ese tipo de plazas de manera que se respetara la proporción de plazas de rotación que cada aparcamiento aporta a la oferta general absorbería, con la infraestructura existente, el número de plazas (346) que iba a proporcionar el nuevo aparcamiento. De este modo se pasaría de un escenario de 1.406 plazas para residentes y 1.738 para rotación a otro de 1.753 plazas para residentes y 1.391 para rotación.
La reducción de plazas en rotación contribuiría a desincentivar (que no prohibir) el empleo del coche para acudir al centro de la ciudad, medida coherente con la creación de zonas de bajas emisiones que han de implantarse paulatinamente en todos los centro urbanos.
Se plantea aquí una alternativa de reasignación de uso de una infraestructura ya existente y en muchas ocasiones infrautilizada. Sin duda que podrían estudiarse otras opciones, incluso relativas al acceso por parte del vecindario y de visitantes a las plazas de aparcamiento en superficie. En cualquier caso, soluciones en esta línea evitarían una obra con las nefastas repercusiones ambientales tanto por la tala del arbolado que provocaría, como por la propia construcción del aparcamiento.
El autor es vecino del II Ensanche