Como decía la canción de Golpes Bajos en el año 1983 Malos tiempos para la lírica, 40 años después podemos transponerlo pero sin música o con una música muy fúnebre: malos tiempos para la igualdad y para el feminismo.

Malos tiempos azuzados por quienes afirman que la igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres son ideología de género, por quienes niegan las diferencias evidentes entre hombres y mujeres y por quienes quieren seguir perpetuando la supremacía del hombre sobre la mujer.

La encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) acerca de las percepciones sobre la igualdad entre hombres y mujeres y estereotipos de género revela que un 44% de los hombres piensa que “se ha llegado tan lejos en la promoción de la igualdad de las mujeres que ahora se está discriminando a los hombres”. Por increíble que parezca, un 32,5% de las mujeres encuestadas piensa lo mismo.

¿Es cierta esta afirmación? No. No es cierta. Ni de lejos. Es rotundamente falsa y, además, no es el objetivo de las mujeres y hombres feministas, cuyo objeto, repetiremos alto y claro y hasta la saciedad si hace falta, es la igualdad de derechos y oportunidades de mujeres y hombres.

Según la Real Academia de la Lengua (RAE), la igualdad es el principio que reconoce la equiparación de todos los ciudadanos en derechos y obligaciones. Una definición muy clara a la que, eso sí, le falta el lenguaje inclusivo para que todas las personas nos sintamos identificadas. Porque el lenguaje inclusivo es otra de las asignaturas pendientes en materia de igualdad.

En el último Pleno del Parlamento de Navarra se debatió, por quienes así lo decidieron, una moción de la ultraderecha para eliminar la utilización del lenguaje inclusivo de todos los documentos oficiales del Parlamento de Navarra, así como de los documentos, folletos, informaciones o notas de prensa en las que participe directa e indirectamente la Cámara foral.

¿Qué es el lenguaje inclusivo? Según Naciones Unidas, es la manera de expresarse oralmente y por escrito sin discriminar a un sexo, género social o identidad de género en particular y sin perpetuar estereotipos de género.

Emplear un lenguaje inclusivo en cuanto al género es, por tanto, una forma sumamente importante de promover la igualdad de género y combatir los prejuicios de género, porque es el lenguaje en el que todas las personas somos iguales, igualmente significadas en el mismo, sin distinción. Un lenguaje que no obvia a más de la mitad de la población mundial, un lenguaje que también nos hace visibles. Quienes defendemos los derechos de las mujeres lo sabemos bien: lo que no se nombra, no existe.

Y las mujeres existimos, y tenemos los mismos derechos que los hombres y queremos ejercerlos con las mismas oportunidades que ellos. Ni una más, pero claramente, sin una menos.

Frente a la ultraderecha, que defiende el patriarcado y una voluntad reaccionaria contra toda política de igualdad y sobre todo contra el feminismo, desde Geroa Bai seguiremos trabajando en busca de una sociedad más justa, que contribuya a mejorar la autonomía de las personas, en la que se promueva las relaciones de igual a igual y que nos permita avanzar en democracia. Porque la igualdad real y efectiva entre mujeres y hombres es un valor esencial de cualquier democracia que se precie.

La autora es parlamentaria foral de Geroa Bai